A través de imágenes satelitales, los investigadores arrojan luz sobre la distribución, la circulación del agua y otros cambios ambientales en la selva tropical. Los registros ayudan a medir los impactos de la deforestación, la minería ilegal y las centrales hidroeléctricas en la cuenca fluvial más grande del planeta.

Un estudio realizado por más de dos docenas de científicos analizó los límites y avances del monitoreo satelital en la cuenca del Amazonas. Publicado en Reviews of Geophysics, el artículo señala que las acciones humanas y el cambio climático causarán más lluvias e inundaciones en el norte de la Amazonía y sequías más severas en el sur de la región, lo que afectará a la vida silvestre y las poblaciones humanas.  

Con aproximadamente el doble de área de India, o más de 6 millones de km², la cuenca amazónica es la cuenca fluvial más grande del planeta. De ella fluye el 20 % del agua dulce hacia los océanos. Sus entornos naturales influyen en el clima global, refuerzan las lluvias en América del Sur y realizan el equilibrio entre la captura de carbono y las emisiones de metano, gases de efecto invernadero.

Al mismo tiempo, la cuenca ha sido escenario de la construcción de centrales hidroeléctricas, el creciente aumento de minería legal e ilegal, quemadas y deforestación. Todo esto afecta la distribución y circulación de las aguas amazónicas, como se muestra en el estudio, que sumó tres décadas de conocimiento sobre la hidrología amazónica. Uno de los efectos colaterales es la tendencia al aumento de lluvias e inundaciones en el norte, y sequías más intensas y prolongadas en el sur de la región.

Los cambios debilitan y aumentan el riesgo de muerte de los bosques, afectan la vida de animales, plantas y trabajadores vinculados a la subida y bajada de las aguas, y la distribución y los contornos de los ríos más pequeños. La pesca y la navegación, el movimiento de sedimentos e incluso la química del agua pueden verse afectados a gran escala.

«Esto cambiará el flujo del propio río Amazonas. Ciertos cambios son naturales, pero la ciencia muestra lo que es natural y lo que es provocado por el hombre», remarca Rodrigo Paiva, doctor en Hidrología por la Universidad de Toulouse (Francia) y uno de los autores del estudio.

El nuevo informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés) advierte que para finales del siglo, el calentamiento global reducirá en un tercio el flujo de agua en la cuenca del Tapajós y a la mitad en la cuenca Araguaia-Tocantins, ambos afluentes del Amazonas. Las pérdidas forestales se encuentran entre las causas.

«Los estudios muestran que llueve menos donde está más deforestada, pero como esto ocurre durante décadas, puede pasar desapercibido. Sin embargo, otras acciones humanas tienen efectos a corto plazo, como los cambios en el río Araguari», comenta Gabriel Abrahão, investigador del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (Alemania) y uno de los coautores del artículo.

Los estudios muestran que llueve menos donde está más deforestada, pero como esto ocurre durante décadas, puede pasar desapercibido. Sin embargo, otras acciones humanas tienen efectos a corto plazo, como los cambios en el río Araguari (Amapá)

Gabriel Abrahão, investigador del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (Alemania) y uno de los coautores del artículo.

Las inundaciones de la última década desviaron hacia el Amazonas la mayor parte de las aguas del río Araguari, que cruzaba el estado de Amapá hacia el Atlántico. Tres centrales hidroeléctricas, canales para regar granjas y costas destruidas por la cría de búfalos debilitaron aún más el manantial e hirieron de muerte a la pororoca (larga ola formada por el encuentro de aguas dulce y salada del río Amazonas con el océano Atlántico), uno de los fenómenos más conocidos en la Amazonía.

«El caudal promedio del Araguari fue el 98 % capturado por el Urucutiba. El río simplemente desapareció. Las acciones humanas como la degradación de la vegetación y el pisoteo de los animales crearon las condiciones para la apertura del canal, que desvió el agua casi toda hacia el Amazonas», explica Abrahão.

Tales situaciones demuestran que el conocimiento científico es fundamental para la conservación y el uso equilibrado del inmenso y complejo territorio amazónico. Los satélites son aliados en este juego. Lentes y sensores observan la distribución de la lluvia y el agua, la deforestación e incluso los intercambios de CO2 entre el bosque y la atmósfera. Mucho más es posible. 

«Así como tenemos vigilancia histórica de la deforestación, podríamos tener inundaciones, sequías y otros problemas ambientales. Una observación continua del río Tapajós indicaría si los cambios en su color se debieron o no a la minería ilegal», remarca Alice Fassoni, doctora en Recursos Hídricos por la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS) y coautora de la investigación.

En enero de este año, la contaminación por la minería ilegal tiñó de marrón las antes cristalinas aguas del Tapajós. Las imágenes satelitales analizadas por InfoAmazonia mostraron más de una docena de afluentes vertiendo sedimentos en el río. La Policía Federal de Brasil llegó a la conclusión de que la contaminación comienza con la deforestación en Mato Grosso y gana fuerza con la minería ilegal en el estado de Pará.

Las observaciones satelitales incluyen datos innovadores, como la pluviosidad generadas por la diferencia de altitud entre las llanuras y las montañas andinas, importantes para mantener la biodiversidad, las economías y el flujo de los ríos. También contienen cálculos sobre la cantidad de agua almacenada anualmente por las llanuras aluviales amazónicas.

Las técnicas de teledetección desarrolladas y probadas en la Amazonía se utilizan hoy en día en todo el mundo. Los modelos para calcular el nivel del agua con radares satelitales provienen de pruebas en ríos de la región. Las estimaciones pioneras del almacenamiento de agua en los continentes se hicieron en la Amazonía por medio del satélite Grace, de la NASA.

Esencial para la producción de conocimiento científico, la información de estos sistemas se suma a los resultados de los experimentos de campo, y juntos generan información calificada para políticos, gestores públicos y privados sobre el futuro de la selva tropical. 

La inteligencia artificial, es decir, el uso de máquinas que simulan la inteligencia humana amplía las capacidades de análisis y cálculo de los datos generados por la teledetección. A partir de finales de este año, proyectos como Topografía de Agua Superficial y Océano (SWOT, por su sigla en inglés) y NISAR serán los primeros en analizar la hidrología, los desastres y el cambio climático. Las baterías de nanosatélites multiplicarán los barridos con mayor precisión y menor peso y costos..

La tecnología puede resolver problemas actuales, como los satélites que pasan pocas veces sobre ciertas regiones, cubren áreas pequeñas o generan información a largo plazo, cruciales para comprender los cambios ambientales en la Amazonía. También puede democratizar el monitoreo remoto y fortalecer el coro para un futuro verdaderamente sostenible de la cuenca fluvial más grande del mundo. 

«Ampliar las inversiones en monitoreo remoto es indispensable para esto. Después de todo, sigue siendo un desafío traducir los datos y el conocimiento de la teledetección en información e indicadores permanentes que sean utilizados por los tomadores de decisiones en la gobernanza ambiental de la cuenca», completa el investigador Rodrigo Paiva.


Reportaje de InfoAmazonia para el proyecto PlenaMata.
| Traducido por Nina Jacomini

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