Investigadores de instituciones estadounidenses y europeas han creado un método para mejorar la planificación e implementación de centrales hidroeléctricas y reducir los impactos socioambientales en la selva tropical.

Mientras que los combustibles nucleares, el petróleo, el gas natural y el carbón son las principales fuentes de electricidad en regiones como Europa y América del Norte, las centrales hidroeléctricas son la principal fuente de energía en América del Sur. Más grande y rica en culturas ancestrales y biodiversidad del planeta, la cuenca amazónica tiene más de 350 centrales planificadas y otras 158 represas en funcionamiento o en construcción. 

Por lo general, lejos de los centros que más usan electricidad, plantas y líneas de transmisión generan deforestación, dañan los flujos del agua y de sedimentos en los ríos, la vida de los peces y otras especies, además de arrojar más gases de efecto invernadero y, luego, aumentar la crisis climática global. En un artículo publicado recientemente en la revista Science, alrededor de 40 expertos de instituciones estadounidenses y europeas dicen que es posible reducir impactos con algunos cambios en la ubicación de las plantas proyectadas. En el estudio, los científicos sugieren un modelo que evalúa el impacto de las centrales hidroeléctricas según diversas variables ambientales.

Entre las más grandes del mundo, las hidroeléctricas Santo Antônio y Jirau, en el río Madera, que nace en Bolivia, y Belo Monte, en el río Xingu, en Brasil, aumentaron en un 40 % la fragmentación de la red fluvial amazónica. Al romper los ríos en pedazos más pequeños, han afectado la navegación comercial y pública, así como el movimiento y la reproducción de los peces. Si se hubieran construido en la parte superior de los ríos, el daño sería menor.

Hoy los ríos son bloqueados simultáneamente, como si se cortaran las ramas de un árbol. Instalando centrales hidroeléctricas en el caudal principal (tronco) de los ríos, por ejemplo, se mantendría la generación de energía y se vería menos deteriorada la conectividad fluvial y otros parámetros ambientales.

Nathan Barros, investigador y uno de los autores del artículo en Science.

«Hoy los ríos son bloqueados simultáneamente, como si se cortaran las ramas de un árbol. Instalando centrales hidroeléctricas en el caudal principal (tronco) de los ríos, por ejemplo, se mantendría la generación de energía y se vería menos deteriorada la conectividad fluvial y otros parámetros ambientales», explica Nathan Barros, del Laboratorio de Ecología Acuática de la Universidad Federal de Juiz de Fora (UFJF), en Minas Gerais, y uno de los autores del artículo.

El estudio hizo un análisis con ayuda de inteligencia artificial de 3 millones de tramos de ríos amazónicos e indicó los peores proyectos de plantas hidroeléctricas, que deberían descartarse, además de otros cuya posición podría cambiarse para contener el daño ambiental. «Buenos proyectos a nivel nacional pueden volverse intolerables cuando se evalúan en relación con la cuenca amazónica», explica Thierry Oberdorff, investigador del Laboratorio de Ecología, Evolución y Biodiversidad de la Universidad de Toulouse (Francia). 

El estudio señala que no se consideró el impacto general de las 350 represas existentes, especialmente en los ríos transfronterizos. Como mostró InfoAmazonia, en agosto de 2018 había 221 centrales hidroeléctricas operando en la Amazonía brasileña. Los proyectos de 12 hidroeléctricas en curso pueden degradar 9.500 km² y dañar a 700 millones de primates, aves y árboles en la cuenca del río Tapajós. El riesgo de deforestación aumentaría en 44 de las 53 áreas protegidas del territorio.

«El estudio no es una ‘luz verde’ para la instalación indiscriminada de plantas hidroeléctricas en las cuencas del Tapajós o Amazonas. Es una herramienta para que los tomadores de decisiones elijan los reservorios que causarán el menor impacto en la región. Su construcción depende de decisiones técnicas y políticas», explica Barros, de la UFJF.

El estudio no es una ‘luz verde’ para la instalación indiscriminada de plantas hidroeléctricas en las cuencas del Tapajós o Amazonas. Es una herramienta para que los tomadores de decisiones elijan los reservorios que causarán el menor impacto en la región.

Nathan Barros, investigador en UFJF.

Los estudios que resultaron en el artículo publicado en la revista Science comenzaron hace cinco años en la cuenca del Marañón, entre Perú y Ecuador, blanco de decenas de proyectos hidroeléctricos. El gran afluente del Amazonas es también uno de los ríos libres más grandes de América del Sur – ambos fundamentales para mantener los recursos pesqueros, la biodiversidad, la agricultura de tierras bajas y las rutas marítimas.

Superar la planificación hidroeléctrica centrada en las fronteras nacionales es parte de las estrategias para romper con la escalada de daños socioambientales asociados a la generación de energía. Sin embargo, iniciativas multinacionales como el Tratado de Cooperación Amazónica (1978), el Pacto de Leticia (2019) y el Acuerdo de Escazú (2021) aún no han dado sus frutos en temas como la reducción de la deforestación y la violencia regional.

«El trabajo académico innova al proponer un análisis integrado de los impactos ambientales de las centrales hidroeléctricas en la Panamazonía, pero tiene difícil aplicación por las diferentes realidades de los gobiernos, poblaciones y entornos naturales de la región», comenta Flávio Montiel, director de la ONG International Rivers en Brasil.

El experto señala que no se puede olvidar el daño a las poblaciones indígenas y tradicionales en los análisis sobre los impactos de las hidroeléctricas, incluso porque Brasil continúa apostando por plantas en la Amazonía y otras regiones, mientras que la fuente pierde inversiones y es descartada a nivel mundial por sus costos sociales y climáticos.

El gobierno de Jair Bolsonaro reforzó proyectos como las centrales de Castanheira (Mato Grosso), Tabajara (Rondônia), Bem Querer (Rondônia) y São Luiz do Tapajós, en el río Tapajós (Pará). «Sus estudios han ignorado los impactos en las poblaciones indígenas y tradicionales, para las cuales los ríos son elementos de su historia y cultura, no solo fuentes de recursos para alimentos y otros usos», señala Montiel.

 Se necesita una moratoria para que las nuevas centrales hidroeléctricas evalúen y reduzcan sus pérdidas y revisen el modelo energético nacional.

Flávio Montiel, director de la ONG International Rivers en Brasil

El escenario empeora con las propuestas legislativas que tramitan en el Congreso, principalmente en año electoral. «Flexibilizar las ya débiles licencias ambientales puede conducir a la autolicencia de las centrales hidroeléctricas y aumentar los impactos en los entornos y las poblaciones, con poca o ninguna intervención del gobierno», advierte el director de International Rivers. «Se necesita una moratoria para que las nuevas centrales hidroeléctricas evalúen y reduzcan sus pérdidas y revisen el modelo energético nacional», agrega Montiel.

El trabajo publicado en Science está firmado por más de 40 coautores, organizado por investigadores del Instituto de Sostenibilidad Computacional, de la Universidad de Cornell (Estados Unidos), y apoyado por expertos de diversas entidades: el Laboratorio Mixto Internacional del Instituto Francés de Investigaciones para el Desarrollo; ONGs como The Nature Conservancy y Wildlife Conservation Society; el Laboratorio Internacional de Biodiversidad y Agricultura Sostenible en los Andes Tropicales (BIO-INCA); además de datos de fuentes como el Servicio de Observación de Recursos Hídricos de la Cuenca Amazónica (HYBAM) y el programa Amazon Fish.


Reportaje deInfoAmazonia para el proyecto PlenaMata.

Traducido por Nina Jacomini.

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