El triunfo de Lula en Brasil abre nuevas preguntas sobre lo que viene para la Amazonia en los próximos años y su rol en medio de la crisis climática. ¿Qué pasó en la selva en los anteriores periodos de Lula?
En los últimos años se han batido récords de deforestación en la Amazonia brasileña. Solo en 2021, se deforestaron más de 1.600.000 hectáreas en ese país, de las cuales el 59 % corresponde al Amazonas. Según un informe de la plataforma Mapbiomas, esa cifra de 2021 equivale a 111 hectáreas arrasadas por hora o unos 18 árboles por segundo. Y el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INEP) encontró que entre enero y agosto de este año aumentaron los incendios forestales en un 16 % frente a 2021, con más de 75 mil focos, un porcentaje que no se veía desde 2010, después del primer gobierno de Lula.
Por otro lado, la minería ilegal también muestra cifras alarmantes: en 2021 aumentó en un 40 % frente a 2020 y de las 112 toneladas de oro producidas el año pasado en Brasil, el 7 % era de origen ilegal y el 25 % de origen potencialmente ilegal.
Con la lupa puesta sobre esos hechos llegaron las que, para algunos, han sido las elecciones más reñidas desde 1985. En su discurso del domingo, Lula da Silva fue enfático en que luchará “por el fin de la deforestación en el Amazonas” y dijo que el país “está listo para reanudar su liderazgo en la lucha contra la crisis climática”. De los nueve estados que conforman la Amazonia brasileña ganó en Amazonas, Pará, Tocantins y Maranhao.
¿Qué viene para la Amazonia con Lula?
Según el Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia (IPAM), de Brasil, “la tasa de deforestación en 2021 en la Amazonía (13.038 km²) fue el nivel más alto desde 2006, cuando la deforestación estaba en fuerte declive desde 27.772 km² en 2004″, durante el primer periodo de Lula. En diferentes entrevistas, Ane Alencar, directora de Ciencias del IPAM, ha explicado que entre 2005 y 2012 la deforestación en Brasil se redujo en un 80 % gracias a monitoreos, controles y una optimización de las políticas ambientales. Antes de Lula, según la plataforma Terra Brasilis, la deforestación en Brasil superaba los 20.000 km cuadrados por año (unas dos millones de hectáreas). Luego de sus dos primeros periodos, en 2011, la tasa quedó en unos 4.600km cuadrados (alrededor de 460.000 hectáreas).
Luz Marina Mantilla, directora del Instituto Sinchi, que actualmente trabaja en un programa de Paisajes Sostenibles que vincula los bosques de Colombia, Brasil y Perú, explica que entre la optimización de políticas ambientales de Lula se hizo “algo muy interesante, similar a un catastro, con el que definían un porcentaje dependiendo de los tipos de predios. Un ejemplo, si tú tenías un predio de 25 hectáreas, un porcentaje debía tratarse con agroforestería para la conectividad de paisajes”, uno de los aspectos claves que más afecta la deforestación.
Adriana Ramos, investigadora del Instituto Socioambiental de Brasil, afirmó en entrevista para El Espectador que el triunfo de Lula, en “términos de control de deforestación y de reconocimiento de derechos territoriales, también de las áreas protegidas, genera expectativas de que podremos reconstruir las agencias gubernamentales que tratan estos asuntos y de que las políticas vuelvan a tener inversiones para garantizar que los territorios están protegidos”.
Algo en lo que coincide Andrea Bolzón, quien coordina el proyecto de preservación, restauración y pago por servicios ambientales Floresta+Amazonia del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Brasil. Bolzón señala que el triunfo de Lula trae la esperanza de que “las instituciones responsables del funcionamiento de los mecanismos de comando y control de la política ambiental vuelvan a tener voz y frenen la destrucción de los últimos años”.
Aunque para Ramos aún no se pueden hacer análisis concretos sobre el plan de gobierno de Lula, es claro que viene una política de cambio diferente a la de Bolsonaro que “era contraria a la conservación y promovía invasiones de los territorios protegidos”.
El ISA ha señalado que uno de los retos de Lula es lograr “una gran alianza con la derecha y con grupos conservadores, así como “como avanzar en regulaciones para garantizar que algunos negocios y operaciones de privados en la Amazonia no produzcan más impactos ambientales”. Luego de estas elecciones, en el Senado, los partidos de derecha tendrán el 53 %, pero, en la Cámara de Diputados, el Partido de los Trabajadores y el de los Republicanos (que apoya a Lula) logró 190 diputados, mel Partido Liberal tendrá una bancada de 99.
Otro de los retos, según Ramos, es que si bien Lula logró la ampliación de áreas protegidas y el control de la deforestación, en el primer gobierno no se le dio tanta relevancia a pensar la Amazonia como un bloque conformado por todos los países de la cuenca, “entonces ahora vamos a ver si va a haber alguna diferencia”.
La investigadora vincula esto con la posibilidad de que, con este nuevo gobierno, Brasil ratifique el Acuerdo de Escazú y resalta especialmente otro aspecto de los anteriores periodos de Lula y es que “las gestiones de transparencia de participación tuvieron mucho espacio en su primer gobierno Lula, eso es algo que está en la base de las propuestas del Partido de los Trabajadores, por lo que es posible pensar que ahora hay más posibilidades de avanzar”. Ahora, con una presidencia de Lula y de cara a la Cop27, ¿qué tan protagonista será el discurso de la protección de la selva a nivel global?
La Cop27: Brasil, Colombia y los países amazónicos
Al día siguiente del triunfo de Lula, la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, señaló que el gobierno va a buscar consolidar un “bloque amazónico” en Egipto con el fin de pedir una mayor financiación para los bosques. “Estamos llamando a todos los países amazónicos para que se dé un gran liderazgo para salvar el bioma amazónico”, afirmó Muhamad. Para la ministra, la Cop27 es clave en términos de la inversión global que se tiene que hacer en aquellos sitios “críticos del planeta que no pueden tener un punto de no retorno porque desregularizarían el clima mundial, como lo es la Amazonia”.
La selva amazónica comprende más de siete millones de kilómetros cuadrados de las que, el 60 %, hacen parte de Brasil. El 17 % de estos bosques ya ha sido deforestado y otro 17 % está degradado. ¿Es posible pensar un bloque que busque una financiación conjunta de la Amazonia como lo propone la ministra de Ambiente? Ayer, el Partido de los Trabajadores, informó que Lula asistirá a la Cop27, invitado por el Consorcio Interregional de la Amazonía y el gobierno de Egipto, con una comisión en paralelo a la de Bolsonaro.
Ramos dice que sería muy interesante lograr un bloque de países amazónicos en la Cop27, “pero no sé si vaya a ser posible ahora, una vez que Lula no ha asumido y va como un invitado de la sociedad civil y no como jefe de la delegación brasileña. Entonces no sé si el actual gobierno va a estar de acuerdo con avanzar en algo concreto para la Amazonia”, aunque, para Ramos, la Cop27 sí debería ser una oportunidad para empezar una agenda amazónica que se pueda concretar cuando Lula se posesione.
Johnny Meneses, asesor de incidencia internacional de GAIA, señala que “para nosotros, hay ahora, en la Cop27, un entorno político favorable para la Amazonia. Es hora de pasar de las promesas a los hechos. Ya hubo varias promesas en campañas presidenciales, pero ahora parece que están dadas las condiciones políticas, que se refuerzan con la elección de Lula, para que eso se traduzca en compromisos”.
Por su lado, Mantilla, dice que es necesario conformar un bloque amazónico ante la Cop27 porque la inversión en la Amazonia debe ser de forma conjunta pues a lo largo y ancho de la selva » tenemos el carbono retenido, tenemos las poblaciones indígenas, que siempre tienen un papel muy importante dentro de la conservación, y necesitamos resolver la crisis climática a través de medidas que nos permitan generar adaptación de toda la Amazonia, que nos permitan seguir en el concurso de la mitigación”.
Para Mantilla, teniendo en cuenta que “la Amazonia brinda servicios ambientales a todo el planeta, no es lo mismo que negocie uno a que negocien nueve”. Meneses también insiste en que “para proteger la Amazonia hay que proponer soluciones a escala regional y generar un consenso de estados. Jugar un papel de liderazgo como región es fundamental”.
Meneses añade que es clave también lograr “alianzas con los pueblos indígenas y compromisos que los reconozcan a ellos como socios en la agenda internacional. Es decir: deben ser socios en la medida en que sus propuestas sean reconocidas y ellos sean partícipes de las discusiones para definir cómo se desarrollan e implementan los fondos de financiamiento climático”. Y dice que es crucial que a nivel internacional “se reconozcan sus experiencias porque han sido exitosas y muestran la mayor eficacia a la hora de proteger los bosques”, algo que también insiste Bolzón, del PNUD. En la Amazonia brasileña viven más de 400 mil indígenas y en la de Colombia, alrededor de 40 mil.
Aunque aún no es clara como sería la conformación de un bloque de los países amazónicos en la Cop27 y cómo sería la participación de Lula en este, la cumbre en Egipto es la puerta a muchas preguntas sobre cómo será la relación de ambos países en los próximos años.
Para Ramos, del Instituto Socioambiental, los dos gobiernos deberían tener una agenda común que garantice el desarrollo de algunas políticas públicas y “pienso que hay dos caminos: uno, de un esfuerzo más general de los países de la cuenca amazónica de intentar construir una agenda común que puede ser en torno a los temas climáticos, donde hay interés e incluso capacidad de inversión para estructurar acciones de programas”.
El otro, que es crucial para la investigadora, tiene que ver con que la “criminalidad organizada” que hay en la Amazonia brasileña y se tiene que tratar “con acciones bilaterales que contribuyan al control de la de la frontera”, algo en lo que coincide Mantilla, para quien el tema principal de agenda común de los países amazónicos no es “solamente la conservación sino también resolver problemas críticos que tenemos en las fronteras, necesitamos que la gente abandone las economías ilícitas”.
Por ahora, se sabe que Lula planea organizar una cumbre sobre la selva amazónica el próximo año.
*Este artículo es publicado gracias a una alianza entre El Espectador e InfoAmazonia, con el apoyo de Amazon Conservation Team.