Investigadora de la Amazonía desde hace casi dos décadas, científica del INPE ha identificado de una manera sin precedentes cómo la deforestación de la selva pone en peligro la producción agrícola de Brasil y convierte al país en un acelerador del cambio climático.
Catastrófico. Así define la investigadora Luciana Gatti, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), el escenario actual de la Amazonía brasileña. Después de casi una década de estudios junto con 18 colaboradores, descubrió que el bosque más grande del mundo no solo ha perdido la capacidad de capturar dióxido de carbono (CO2) sino que se ha convertido en una fuente de emisión de gases responsables por el calentamiento global.
El proceso, según la científica, se lleva a cabo principalmente en el lado oriental de la Amazonía y es estimulado por la deforestación y los incendios, que afectan la temperatura y las lluvias. El hallazgo, publicado el año pasado en la revista Nature, dejó a la investigadora en estado de shock. «Fue demasiado fuerte para mí», recuerda. La noticia ha ganado protagonismo en vehículos de todo el mundo y ha encendido la luz roja a respecto de cómo el país está empeorando la emergencia climática.
Desde entonces, Gatti tiene la incansable tarea de alertar a todo el Brasil sobre la gravedad de la situación en la región amazónica, acentuada por la deforestación récord en el gobierno de Jair Bolsonaro. En la entrevista a InfoAmazonia y PlenaMata, ella explica cómo se producen las emisiones de CO2 a través de la selva y da otra advertencia importante: la deforestación en la Amazonía ha obstaculizado la formación de lluvias y causado sequías en algunas partes del país, con peligrosos impactos económicos y sociales.
La entrevista remota fue dada desde su casa en São José dos Campos. «Aquí resuelvo algunas de las demandas de trabajo sin tener que arrojar CO2 a la atmósfera con desplazamientos innecesarios al laboratorio. Y también ayudo al INPE a ahorrar electricidad», bromea la doctora en química.
InfoAmazonia – ¿Cuánto tiempo lleva trabajando en el INPE y acompañando lo que pasa en la Amazonía?
Luciana Gatti – Llevo 18 años haciendo mediciones en la Amazonía. Pero cuando este trabajo comenzó, en 2003, estaba en IPEN [Instituto de Investigación en Energía y Nuclear]. Más tarde, en 2014, surgió la idea de que nuestro laboratorio se convirtiera en el Laboratorio Nacional de Gases de Efecto Invernadero y, a partir de ahí, se estableciera una red oficial de monitoreo para Brasil. Pero el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovaciones (MCTI) quería que estuviéramos en un instituto más conectado con el medio ambiente, que por supuesto sería el INPE. Así que toda la negociación se hizo para que IPEN le diera el laboratorio al INPE. Y luego vinimos aquí en 2015.
En 18 años de estudios sobre la Amazonía, ¿fue posible notar algún tipo de cambio en la región además del avance de la deforestación?
Observamos una reducción en las precipitaciones, un aumento de la temperatura y mayores emisiones de dióxido de carbono a través de la selva. También encontramos diferencias muy grandes entre las cuatro regiones que estudiamos en la Amazonía. Las emisiones de carbono, por ejemplo, que hacen parte de un proceso natural del bosque, son más altas en el sureste y noreste en comparación con el suroeste y el noroeste.
No entendimos esa diferencia hasta que calculamos la tala en cada una de estas áreas, y todo hizo sentido. Hemos visto que cuanto más grande es la deforestación, más emisión se produce. Luego comenzamos a estudiar la temperatura y la lluvia, porque también observamos variaciones en las regiones. Entonces nos dimos cuenta de que todo está conectado. El lugar más deforestado es también el que más lluvia pierde. Y esta pérdida ocurre más intensamente en la estación seca.
¿Qué tan significativa es esta pérdida de lluvia?
El nordeste de la Amazonía, que fue deforestado en un 37 % en 2018, perdió el 34 % de la lluvia durante el período de quemas en agosto, septiembre y octubre. Y en esos meses la temperatura ha subido casi dos grados en los últimos 40 años. El sudeste, la segunda región más deforestada, con un 28 % de pérdida de bosques, tuvo un 24 % menos de lluvia y la temperatura subió 2,5 grados. La estación seca en estas regiones se ha vuelto todavía más seca, más cálida y más larga.
Así que, al deforestar, ¿estamos comprometiendo las lluvias?
Exactamente. Estamos destruyendo nuestra fábrica de lluvia. Para tener una idea, la Amazonía arroja a la atmósfera una cantidad de agua casi igual a la que el río Amazonas arroja al mar todos los días. ¡Es mucha agua! El árbol recoge líquido del suelo y lo libera a la atmósfera en forma de vapor. Este es un sistema extremadamente importante para la formación de la lluvia. Además, la masa de aire que proviene del Océano Atlántico y entra a Brasil a través de la costa norte trae la humedad que causa las lluvias, y es necesario tener el reemplazo de este vapor de agua para seguir lloviendo a lo largo del camino de esta masa de aire. Y este reemplazo ocurre en el bosque. Solo que ya hemos deforestado la Amazonía en un 20 %. Así que la reposición de esta masa de aire con vapor de agua está disminuyendo en las regiones más deforestadas.
Además de fabricar lluvias, ¿qué otros servicios ambientales proporciona la Amazonía a Brasil y al mundo?
La Amazonía actúa como protección contra el cambio climático, porque además de producir lluvia, enfría la temperatura. Al extraer agua del suelo y arrojarla a la atmósfera en forma de vapor, el árbol necesita energía. Esta energía la toma del medio ambiente en forma de calor, causando enfriamiento. Imagine un bosque lleno de árboles. Es fresco y agradable, ¿verdad? Ahora piense en este bosque con todos los árboles talados. ¿Qué cree que va a pasar con la temperatura? Va a subir. Eso es lo que sucede en la Amazonía y en todas partes. Además, el bosque absorbe carbono, algo que también ayuda a contener los cambios en el clima.
Sin embargo, según un estudio dirigido por usted, este proceso de absorción de carbono ha disminuido. Cuénteme un poco más sobre estos resultados.
Lo que ponemos es que parte de la selva amazónica se ha convertido en una fuente de emisiones de carbono. Primero, debemos entender que el bosque no solo captura, sino que también emite CO2 de forma natural. Imagine un árbol haciendo fotosíntesis. Absorbe CO2 del aire, y el carbono de ese CO2 se incorporará para formar tronco, rama y hoja. Por la noche el árbol respira y arroja parte de ese CO2. El bosque es dinámico, tiene plantas que crecen y mueren, por lo que tiene allí una segunda fuente natural de emisión, que es la descomposición de la vegetación muerta. También está la emisión de la respiración del suelo, cuyo punto máximo se produce en junio y julio. Pero el ser humano, cuando deforesta y quema, aumenta aún más estas emisiones.
Es decir, ¿el balance de emisiones de carbono supera el de captura?
Sí. Esto ya sucede en la parte oriental de la Amazonía. Hasta 2018 el noreste amazónico secuestraba solo el 20 % de las emisiones totales. En el sureste el bosque muere más de lo que crece. Lo que pasa es que, después de deforestar, el hombre quema, y esto generalmente se propaga a través del bosque que no ha sido deforestado. Al principio, tenemos las emisiones de la quema, pero después de que se apaga el fuego, esa parte que se quemó lentamente muere y sigue siendo una fuente de dióxido de carbono. Entonces, cuando se agregan las emisiones naturales y la degradación, tenemos más CO2 liberado que la capacidad del bosque para absorber. Estamos convirtiendo a la Amazonía en un acelerador del cambio climático.
¿Qué tan serio es todo este escenario para Brasil y el planeta?
Esto es muy grave para Brasil porque está desequilibrando nuestro clima rápida y directamente. Los ríos se están secando y las áreas en el centro del país se están convirtiendo en desiertos. Además, el Amazonas influye en toda la América del Sur. La sequía en el Pantanal trae problemas para Argentina y Paraguay porque tiene una cuenca hidrográfica allí que abastece a estos países. Y por la grandeza de la Amazonía, es obvio que influye en todo el mundo. Se está calentando hasta el punto de incendios incontrolables que matan a la gente y queman ciudades. Hemos visto tormentas de arena y tormentas eléctricas que causan grandes inundaciones.
¿Cómo se ve afectada nuestra vida diaria por estos cambios?
Los alimentos se vuelven más caros, porque la agricultura es una actividad que depende del clima y sufre estos impactos. Y son los propios agricultores el motor de la deforestación en la Amazonía. La electricidad también se pone más cara. De hecho, la vida se pone más cara para todos. Con temperaturas más altas y más tiempo sin llover, tenemos un aire más seco. Necesitamos una cierta condición climática para estar sanos. Así que este es un escenario de extrema incomodidad. Más personas mueren en otras partes del planeta por olas de calor. Esto aún no ha llegado aquí porque tenemos la Amazonía. Hemos ganado un enorme regalo divino y en nuestra estupidez e ignorancia lo estamos destruyendo.
Así que ¿ la agricultura es la principal responsable de la degradación mientras sufre directamente estos impactos?
Exacto. Tengo un colega que llama a esto «agrosuicidio» porque los agricultores han sembrado enormes pérdidas para la misma agricultura. El problema es que no son los únicos que van a pagar por ello. Qué pasará con nuestra agricultura: lloverá mucho menos en el período de sequía; en la temporada de lluvias habrá grandes tormentas, que también dañarán la cosecha. Incluso puede haber granizo, mucho viento y mucha agua, lo que también mata a la planta. La agricultura es una parte importante de nuestra economía, pero depende de condiciones climáticas básicas. Ahí radica el papel de los ecosistemas para el control del clima. Tendremos que desarrollar otras actividades económicas, porque lo que Brasil ha hecho en los últimos tres años en términos de degradación causará una ruptura generalizada en la agroindustria.
¿Cómo revertir este escenario?
La gran sabiduría está en que el hombre interfiera menos en el planeta. Solo que hemos interferido más de lo que deberíamos. Así que vamos a tener que devolverle a la naturaleza un pedazo de lo que le fue arrebatado y llevar una vida más sostenible. Coma menos carne de res, que utiliza un área muy grande de deforestación, además de agua y plantaciones gigantes de soja y maíz para alimentarse. ¿Realmente necesitas comer ganado? ¿No podemos tener otras fuentes de proteínas? Tampoco es sostenible utilizar carbón y petróleo. Brasil tiene etanol. Usemos más etanol. Tendremos que desarrollar tecnologías para reemplazar los hábitos actuales o la vida en la Tierra se volverá cada vez más difícil.
¿Tiene usted esperanza?
Tengo esperanzas de cambio. Y también en un gobierno con más sabiduría. Necesitamos esto o será una catástrofe terrible, porque estamos sembrando un futuro catastrófico. Tenemos que movernos rápido. No se puede saber cuánto podemos contener esto. También dependerá de la voluntad política para tratar de compensar parte de la destrucción hecha durante el gobierno de Bolsonaro. En 2020, se talaron 24 árboles por segundo en Brasil. Es una locura. Lo que hemos hecho en Brasil en los últimos tres años y medio es una locura. Necesitamos hacer cero deforestaciones en Brasil en su conjunto para el próximo año. Hay que tener voluntad política, porque la catástrofe se sembró durante este mandato.
¿Cómo fue hacer ciencia en el gobierno de Bolsonaro?
Muy difícil, porque somos vistos como enemigos. ¿Dónde se ha visto semejante cosa? Necesitamos conocimiento para tomar decisiones. No es una cuestión de opinión. Usted puede intentar construir una casa por su cuenta, pero se le caerá sobre su cabeza si no tiene el conocimiento para hacerla bien. Se necesita a alguien que estudie el asunto para tomar este tipo de decisión. Un gobernante no tiene que saberlo. Debe tener la sabiduría para consultar a quién lo sabe. Luego estos consultores le dan la información y, con este conocimiento, será capaz de tomar mejores decisiones para el colectivo.
Reportaje de InfoAmazonia para el Proyecto PlenaMata.