Lideresa de la etnia Baré explica cómo el aislamiento ha suspendido programas contra la violencia de género

En Brasil se han detectado 27 personas con Covid-19 en pueblos indígenas, seis de ellos han fallecido. La lideresa de la etnia Baré, Elizângela da Silva, explica cómo el aislamiento dificulta el acceso a hospitales para los indígenas y ha suspendido programas contra la violencia de género. Pero dice también que es momento de revalorar el trabajo tradicional como el de las “parteras”. Esta es su historia como parte de “Ellas luchan”, una serie periodística coordinada por OjoPúblico en cinco países de América Latina. Ilustración: OjoPúblico / Amapolay

Por Gustavo Faleiros

En São Gabriel da Cachoeira, el municipio con la mayor cantidad de habitantes indígenas del Brasil y ubicado cerca a la frontera con Colombia y Venezuela, todavía no hay casos confirmados de Covid-19. Sin embargo, los impactos a la vida cotidiana y especialmente a las comunidades indígenas, ya están presentes.

En el Alto Río Negro, al noroeste del Estado de Amazonas, que abarca otras ciudades y pueblos, hay 23 grupos étnicos. Aquí se encuentra el mayor mosaico de tierras indígenas del país. Hay nueve territorios, que cubren 12,4 millones de hectáreas con 750 comunidades. En una de esas comunidades nasció Elizângela da Silva, una lideresa de la etnia Baré.

La crisis sanitaria por el nuevo coronavirus, ha hecho que ella recuerde las dificultades que enfrentó hace seis años cuando tuvo que dejar su pueblo para irse a vivir a la ciudad. Elizângela da Silva, le dijo a Infoamazonía que le costó adaptarse a esa nueva realidad. Sus tres hijos no podían seguir sus clases en portugués, porque habían estado estudiando el nheengatu, la lengua que hablan los indios amazónicos de Brasil. Durante tres años les fue mal. Tuvo que contratar a un profesor particular, incluso con el poco dinero que tenía.

Era el año 2014 y había dejado el pueblo donde vivía en el Territorio Indígena del Alto Río Negro para irse a vivir a São Grabriel, municipio de 45.000 habitantes.

Ahora Elizângela da Silva tiene 36 años. Ayuda a otras mujeres indígenas que viven como ella en la zona urbana a prepararse para las restricciones impuestas por la nueva pandemia de coronavirus. «Es hora de pasar más tiempo con los niños», explica, haciendo énfasis en la colectividad como rasgo de resistencia de la cultura indígena.

Una batalla contra la violencia de género

Desde el 2016 Elizângela es la coordinadora del departamento de las mujeres de la Federación de Organizaciones Indígenas del Río Negro (FOIRN). Su camino para convertirse en líder comenzó en las comunidades, cuando se convirtió en maestra el 2008. Desde entonces ha obtenido una licenciatura en sociología y una especialización en educación indígena.

Sus conocimientos la sitúan en la vanguardia de la lucha por los derechos de la mujer y contra la violencia de género en varias aldeas y en la propia ciudad de São Gabriel da Cachoeira. En el municipio, ahora hay más denuncias policiales de mujeres indígenas, pero antes -cuenta- la información era deficiente porque los registros no incluían datos sobre el origen étnico de las víctimas.

Para mejorar esta situación, la federación logró llevar una mujer a la delegatura de São Gabriel.

«Lo que decimos es que la cultura es diferente a la violencia, es diferente al abuso sexual, es diferente al alcoholismo», señala Elizângela.

Pero el avance del Covid-19 detuvo los planes y el trabajo de la lideresa.

«Estábamos haciendo grandes progresos en la acción sobre la violencia y la seguridad pública», dice Elizângela, hasta que llegó la pandemia. Se iba a realizar una audiencia pública sobre temas como el abuso y el acoso sexual infantil, pero finalmente fue cancelada. «Ahora estamos en un punto muerto», se lamenta.

Vea también – Elizângela da Silva en el Dìa Internacional de la Mujer

Coronavirus en territorio indígena

Esta semana se han detectado 27 personas con Covid-19 en pueblos indígenas de Brasil, y se han reportado seis fallecidos. La mayoría de los casos se han registrado en Amazonas. En la capital de ese Estado, Manaos, se está construyendo un hospital de campaña para los indígenas y a nivel federal se ha anunciado un plan especial de contingencia para la salud de estos pueblos.

Pero lo que más le preocupa a Elisângela da Silva es la interrupción de sus labores y cómo las medidas restrictivas le impiden ahora llevar información a las comunidades en el idioma local. «Esta crisis ha cambiado nuestra rutina diaria», dice. Lamenta no poder reunirse con sus compañeras de trabajo, un equipo sanitario multidisciplinario que realiza las visitas a las diferentes comunidades. Su equipo trabaja y difunde información en cuatro idiomas: tukano, baniwa, nheengatu y yanomami.

Al igual que la salud, las mujeres promueven el debate sobre el cambio climático entre los pueblos indígenas. Por otro lado, para ellas, el problema también pasa porque ahora muchas mujeres de las comunidades no podrán ir a la ciudad y no tendrán acceso a los hospitales. Elizângela dice que este será el momento de valorar, por ejemplo, el trabajo de las parteras. Aunque le preocupa la falta de información.

En las comunidades no hay conexión a Internet, así que no hay WhatsApp. En la región hay programas de radio que comparten información en formatos de podcast. Incluso el Boletín Audio Wayuri producido por la propia FOIRN se puede encontrar en plataformas como Spotify. Sin embargo, para acceder a estos programas tienen que descargarlos antes, cuando visitan los centros urbanos.

La dificultad de aislarse

Las medidas de aislamiento en algunas zonas están generando también algunos problemas de suministro de combustible y energía. Como ya no hay un sistema de transporte permanente para los viajes, los barcos que subían el Río Negro y sus afluentes ya no llegan con petróleo o gasolina. Esta escasez puede conducir a una crisis de desinformación, pues con los generadores de electricidad detenidos tampoco hay energía para las radios y los televisores.

A la falta de comunicación en la zona se suma la movilidad de los pueblos indígenas de esta región. Hay gente, por ejemplo, que vive en el lado de Colombia, otros, cerca de la frontera con Venezuela. Elizângela se queja de la falta de acción por parte de los gobiernos de todos los países fronterizos, dice que no tienen en cuenta esta situación territorial de los pueblos indígenas. “Mis parientes”, dice, “siguen llegando. A menudo, sin conocimiento de la gravedad de la situación en los centros urbanos.”

Pero los recién llegados no pueden ser aislados fácilmente. «No podemos aislarnos, nuestra casa no tiene cuartos, la hamaca es colectiva. Vivimos para el colectivo. La pandemia es algo que nos tomó por sorpresa», dice la lideresa del Río Negro.

Los expertos advierten de la vulnerabilidad de los indios de la región al Covid-19, ya que el 10% de las aldeas tienen más de 60 años, considerado un grupo de riesgo de la enfermedad

Una medida concreta ya adoptada por los indígenas fue la publicación de folletos informativos sobre el nuevo coronavirus. Las publicaciones se produjeron en alianza con el Instituto Socioambiental en los idiomas baniwa, dâw, nheengatu y tukano para ser llevadas a las tierras indígenas de la región por profesionales de la salud del distrito especial de salud Indígena del Alto Río Negro. También se produjo una versión en portugués específicamente para el pueblo Hupd’ah, de reciente contacto.

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