Los Parques Macarena y Tinigua arden. Para algunos, lo culpables son las disidencias, que incendian para sembrar coca. Otros dicen que el fuego es una retaliación ante las operaciones militares de protección ambiental del gobierno. Otros dicen que las disidencias son solo la punta del iceberg.

 

Dos de los cuatro parques nacionales que están dentro del Área de Manejo Especial La Macarena, entre Meta y Guaviare, han estado en la mira en los últimos días por cuenta de los numerosos incendios que afectaron la zona. Tinigua lleva ocho días con incendios que arrasan cientos de hectáreas, en la Serranía de la Macarena se registraron 317 puntos de calor activos.

Aunque aún no hay una cifra oficial de cuántos incendios fueron y cuantas hectáreas de bosque nativo se quemó, la impresionante imagen de una parte de la Serranía de la Macarena en llamas habla por sí sola. Según el Sistema de Información Ambiental para la Amazonia Colombiana (SIATC), entre enero y hasta la fecha se registraron 6.975 puntos de calor solo en el departamento del Meta, y prácticamente la mitad (3.213) están en el municipio de La Macarena. (En contexto: Ecocidio en La Macarena)

El incendio ya fue controlado, y según el Ministerio de Ambiente, y la zona turística de Caño Cristales no se vio afectada por los incendios. Aún no hay un conteo de las hectáreas que resultaron afectadas por las conflagraciones –aunque se calcula que pueden haberse quemado unas 1.900– pero ya hay 20 personas capturadas en el marco de la Operación Artemisa –la estrategia de defensa nacional para luchar contra la deforestación– y parte del campesinado no está contento.

Aún hay preguntas en el aire: ¿Quiénes fueron las manos criminales tras el ecocidio? ¿Fueron pequeños campesinos, disidencias o grandes terratenientes? ¿Es la primera vez que un incendio voraz amenaza a estos ecosistemas? ¿Por qué es tan grave? Aquí le explicamos qué está pasando en La Macarena.

En el AMEM hay fuegos siempre por estas fechas, pero la deforestación no ayuda

El trozo de Amazonia que corresponde a Colombia es el más húmedo de toda la cuenca. Por la misma razón, es alarmante que haya incendios de esta magnitud, incluso en verano, y la deforestación tiene mucho que ver.

El Área de Manejo Especial La Macarena (AMEM), conformada por los Parques Nacionales Naturales Sumapaz, Cordillera de los Picachos, Sierra de la Macarena y Tinigua ha sido una de las zonas con las tasas de deforestación más altas de las que se tenga registro en Colombia. Solo entre enero a marzo de 2018, la tasa de deforestación aumentó en un 830%. Según el IDEAM, solo este año, el AMEN ha perdido 9.234 hectáreas de bosque y ha habido 1.158 incendios forestales. (Apagado el incendio en La Macarena, cerca de Caño Cristales)

Cada año han habio grandes incendios en esta región. Por ejemplo en abril de 2014, 2000 hectáteas se quemaron en Puerto Rico (Meta), municipio colindante con el AMEM. El comandante del Cuerpo de Bomberos de la ciudad de Villavicencio de esa época, William Álvarez, aseguró a Contexto Ganadero que en el departamento han ocurrido aproximadamente 100 incendios de entre una y 18 hectpareas. En 2016, se quemaron 900 hectáreas solo en el municipio de La Macarena.

Tras un incendio lo que resta son las cicatrices  que eventualmente serán convertidas en pastizales, y que ayudan a que el fuego de esparza. Como explicó el director de la Fundación FCDS a Mongabay, dado que el punto de mayor precipitación de toda la Amazonía es el piedemonte de la cordillera Oriental, en donde están las regiones de Orinoquía y Amazonía. Cuando se pierde cobertura vegetal, el suelo pierde la capacidad de retener la humedad y los árboles pierden su capacidad de transpirar. Sin el bosque hay menos humedad y más probabilidad de incendio en época de sequía.

Varios pueden ser culpables de los incendios, no solo las disidencias

Para el caso de los Parques Macarena, Tinigua y Picachos, quien estaría tras la deforestación y los incendios es alias Gentil Darte, líder de las disidencias, según el análisis que el coronel Fabio Ospina, Componente Aéreo Fuerza de Tarea Omega, hizo en el diario El Tiempo.

Según el Coronel, la disidencia trae gente a las áreas vacías del parque que tumba bosque y hace quemas, y construye casas para aparentar haber habitado muchos años allí, sembrar coca y meter ganado. El ministro de defensa, Carlos Holmes Trujillo, comulga con esta explicación: «Están desforestando para sembrar coca, están desforestando para seguir matando y para seguir acabando con el medio ambiente”, dijo a través de Twitter.

Pero un estudio de la ecóloga Dolors Armenteras, la bióloga Liliana Dávalos, la economista Jennifer Holmes, y la ingeniera forestal Nelly Rodríguez, cuestionó seriamente la creencia popular de que los pastizales para coca y ganado eran el motor del fuego en la Amazonia. “Había dos hipótesis, la primera era que el pulso del mercado de la carne de res promueve la conversión de bosques en pastizales para las vacas. Esta es la más popular. Es una teoría que se llama “la conexión de la hamburguesa”, explicó Armenteras a El Espectador el año pasado, cuando también había fuegos activos devorando selvas amazónicas. La segunda era que el ganado sirve como una especie de excusa para aumentar el valor de la tierra y expandir una propiedad”. Notaron que entre 2000 y 2009, los precios de la carne de res fueron estables, y el número de vacas no aumentó. Mientras, los fuegos avanzaron a la par de la frontera agropecuaria. El asunto se inclina hacia la segunda hipótesis: el uso del fuego está más asociado con la adquisición de tierras que con el tratamiento de pastos para ganadería o para coca. (Lea también: ¿Por qué tantos incendios forestales en Colombia?)

Por otro lado, en una rueda de prensa, el Ministro de Ambiente, Ricardo Lozano, explicó su hipótesis, y dijo que los incendios se debían a una estrategia de retaliación contra la Operación Artemisa, la política militar del cuidado de recursos naturales que anunció el presidente Duque hace un año, y que ha desplegado operativos contra la deforestación precisamente en estos parques: Chibiriquete, Tinigua, La Macarena, y Picachos. El pasado 21 de febrero, Artemisa entró a este último y capturó a cuatro personas relacionadas con la deforestación.

“Cuando llegamos ya había 2000 hectáreas deforestadas en Chibiriquete y recuperamos el control ahí. Estas áreas protegidas llegaron a concentrar el 05% de la deforestación en áreas protegidas en dado caso, por eso comenzamos a hacer ejercicios como este. Esto es un programa en defensa del patrimonio nacional que es la naturaleza” explicó. Sin embargo, algunos campesinos no están conformes con la manera en que se están adelantando estos operativos.

En un comunicado, la Asociación Campesina Lozada Guayabero (ASCALG) denunció que se había incrementado la presencia militar entre San Vicente del Caguán (Caquetá) y La Macarena (Meta), y que las personas que estaban asentadas en los parques no eran nuevos colonos dedicados a deforestar, sino viejos campesinos que fueron expulsados de otros territorios del país hace 50 años, y que habitan el parque desde hace décadas. (Versiones encontradas sobre quién está detrás de los incendios de La Macarena).

Para un campesino y ambientalista que vive dentro del Tinigua, pero que prefiere no revelar su identidad, esa verdad está maquillada: “Es cierto que acá hay armados, y coca y vacas. Y hay mucha gente que traen para que ponga su casita en la mitad de 50, 100 hectáreas, pero no son solo las disidencias. Hay unas personas que tienen intereses económico en la zona, que quieren devaluar esta tierra, y por eso le prenden candela”.

Incluso, la Procuraduría manifestó a través de Twiter que los incendios en La Macarena eran un “atentado contra la humanidad” y agregó: “Este tipo de incendios hace parte de un perverso método, que busca degradar categorías de protección ambiental en territorios estratégicos de importancia ecológica, para conseguir licencias de uso. La ilegalidad no puede ser la puerta de entrada a la explotación del suelo”.

Mientras unos dicen que son las disidencias cobrando una venganza con el gobierno, otros creen que los incendios fueron provocados para abrir más la llamada “trocha ganadera”, que fue construida hace décadas por las ex FARC y que conduce del municipio de Vista Hermosa a La Macarena. Esta es justamente la vía principal hacia el emblemático Caño Cristales, y alrededor de donde se ha concentrado la deforestación en esa zona, junto con el río Guayabero. Un año después de la construcción de esta trocha, Parques Nacionales registró un total de 22.918 hectáreas transformadas en el PNN La Macarena, y para 2019 ya eran 55 893 hectáreas. “Es obvio que los incendios van por ese lado. Es ahí donde se concentra el acaparamiento de tierras», dice un funcionario de una corporación ambiental estatal que prefiere no revelar su nombre. Mejor dicho, por ahora no hay consensos, ni explicaciones fáciles para un incendio de esta magnitud.

La salida de los guardaparques pone en riesgo las áreas protegidas

Las áreas protegidas de Tinigua, Picachos, La Macarena y La Paya tienen presencia de grupos armados desde hace ya muchos años, y ya en esta zona hay historia de guardaparques asesinados. El caso más emblemático es el de Martín Duarte, funcionario de Parques Nacionales asesinado en 2008 en una cabaña de la entidad.

Por la misma razón en parques como La Macarena había presencia muy esporádica de los guardaparques. Trabajaban desde lejos o de paso, pero según Mongabay, en 2017, tras la firma del Acuerdo de Paz, pudieron volver a trabajar en el parque, aunque en medio de tensiones. Por ejemplo, el mismo reportaje menciona los panfletos en los que las disidencias dentro de esa área protegida declaran como “enemigo” a quien se reúna con funcionarios para acordar pactos de conservación del bosque para que los campesinos puedan continuar en el parque sin tener que ser desalojados o perseguidos.

Esta semana, los guardaparques de cuatro Parques Nacionales salieron de sus áreas tras recibir un últimatum por parte de las disidencias del frente Carolina Ramírez de las FARC. Los parques afectados son Cahuinarí, Chibiriquete, Yaigojé Apaporis y Río Puré, además de La Macarena, Tinigua y La Paya, que también han recibido amenazas o han sido interceptados por grupos armados, despojados de sus equipos –lanchas, remesas, computadores–y dejados a orillas del río. (Lea también: Guardaparques salen por amenazas de áreas protegidas de la Amazonia)

Según el ministro de Ambiente, Ricardo Lozano, no solo los guardaparques están amenazadas. Los funcionarios ambientales, como los que hacen parte de las Corporaciones Autónomas Regionales– también están amenazados por el hecho de ser defensores del ambiente, y en muchas de estas zonas, la autoridad ambiental es la única presencia estatal.

Sin los funcionarios no hay quien continúe con proyectos como el Sendero Ecológico, que aplicaría un modelo sostenible para la “trocha ganadera”, y que regularía el ecoturismo de la mano de las comunidades, o que ayude a conservar la enorme diversidad de la zona. Según el Instituto Humboldt y Cormacarena, solo en esa zona existen 737 especies de aves, 245 especies de peces, de las cuales 12 probablemente son nuevas para la ciencia y 22 son endémicas.

Foto tomada de Twitter.

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