En seis años, el mundo espera proteger al menos un 30 % de las zonas terrestres y de aguas continentales y de las zonas marinas y costeras del planeta. La primera evaluación oficial al respecto, presentada en la COP16, muestra un panorama complejo.
Una de las 23 metas que más llama la atención del Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal, acordado hace dos años por 196 países, es la conocida como “30×30″. En términos más detallados, la Meta 3 busca que, para 2030, al menos un 30 % de las zonas terrestres y de aguas continentales, y de las zonas marinas y costeras, “se conserven y gestionen eficazmente mediante sistemas de áreas protegidas”.
A menos de seis años de que los países que hacen parte del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) deban cumplir con este compromiso, la meta todavía es lejana. Así lo revela un informe publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en el marco de la COP16 de biodiversidad, que se adelanta por estos días en Cali.
El informe ‘Planeta Protegido 2024′ es la primera evaluación mundial oficial de los avances que se han dado frente a la Meta 3 desde la COP15, aseguraron Neville Ash, director del Centro Mundial de Vigilancia de la Conservación del PNUMA, y Grethel Aguilar, la directora general de la UICN.
El documento, que reúne los últimos datos oficiales comunicados por los gobiernos y otras partes interesadas, muestra que la cobertura mundial de zonas protegidas y conservadas es del 17,6 % en zonas terrestres y de aguas continentales, mientras que es del 8,4 % en las zonas marinas y costeras.
Si bien los autores del informe advierten que el 30 % es un objetivo mundial, señalan que, a la fecha, hay 51 países y territorios que ya cuentan con redes de zonas protegidas que superan la meta en tierra, mientras que 31 lo superan en el mar. De acuerdo con el más reciente informe de la organización ‘Parques Cómo Vamos’, lanzado hace algunos días en la COP16, Colombia es uno de esos países (aunque con varios retos por delante, como contamos en esta nota).
Otro dato tranquilizador ofrecido por el documento, apunta a que más de dos tercios de las zonas identificadas como los lugares más importantes de la Tierra para la biodiversidad “están parcial o totalmente cubiertas por áreas protegidas y conservadas”.
A pesar de estos avances, dicen Ash y Aguilar, “seguimos observando muchas lagunas que impiden que el mundo cambie de rumbo”. El principal reto, a falta de seis años para que se cumpla el plazo de las 23 metas, está en que todavía se deben asegurar 16,7 millones de kilómetros cuadrados (km²) en zonas terrestres y de aguas continentales, y otros 78,3 millones de km² en zonas marinas y costeras. Dicho de otra manera, hace falta proteger un 12,4 % más para las primeras y un 21,6 % en las segundas para cumplir con las metas.
Otro estudio, lanzado en el marco de la cumbre de biodiversidad más importante del mundo, y que fue liderado por el Marine Conservation Institute, se enfocó en las áreas marinas protegidas en alta mar. En ese caso, los investigadores determinaron que, aunque las aguas fuera de las jurisdicciones nacionales representan dos tercios de los océanos del planeta, solo el 1,4 % están bajo algún tipo de protección.
Además del área que hace falta proteger para cumplir con la meta, a los científicos les inquieta otro asunto: la efectividad de las áreas que actualmente se encuentran protegidas. Y es que la Meta 3 no solo busca que ese 30 % se conserve y gestione mediante sistemas de áreas protegidas, sino que también estén “bien conectadas”.
Según el informe, “el sistema mundial de áreas protegidas y conservadas aún no está bien conectado, según todas las métricas utilizadas en este informe”. Teniendo en cuenta los indicadores utilizados en el documento, tan solo el 8,52 % —del 17 % total de tierras protegidas— están conectadas.
El panorama para las áreas marinas y costeras es menos alentador. Un informe publicado unas semanas antes de la COP16 por científicos de National Geographic Pristine Seas, determinó que del 8,4 % protegido, apenas el 3 % está altamente protegido de actividades perjudiciales. Si se pone el foco sobre las áreas marinas protegidas de alta mar, solo el 0,8 % está efectivamente protegido, de acuerdo con los cálculos del estudio del Marine Conservation Institute.
A los autores del informe del PNUMA y la UICN hay un último hecho que les preocupa: la Meta 3 también espera que, además de que las áreas sean protegidas y conectadas, se gobiernen de manera equitativa. El problema, dicen, es que los datos sobre el grado de gobernanza equitativa de las zonas protegidas y conservadas son limitados: solo se han notificado evaluaciones para el 0,17 % de la superficie terrestre y el 00,4 % para la superficie marina.
“Estas evaluaciones son importantes para garantizar que los pueblos indígenas y las comunidades locales, en particular las mujeres indígenas y locales, participen en la toma de decisiones, tengan un acceso justo a los beneficios derivados de la conservación y no se vean injustamente afectados por sus costes”, señala el documento.
A la falta de datos, se suma el hecho de que la gran mayoría de las áreas protegidas están gobernadas por los gobiernos nacionales u otros actores estatales. Tan solo el 3,95 % de la superficie correspondiente a áreas protegidas está gobernada por pueblos indígenas y comunidades locales. Esto, a pesar de que, según datos del PNUMA, los pueblos indígenas, que ocupan una cuarta parte de la tierra, albergan y protegen el 80 % de la biodiversidad mundial.
“La plena aplicación de todos los aspectos de la Meta 3 es un reto para todos los países. Es un reto que debe superarse por el bien de toda la vida en la Tierra”, concluyen el informe. El éxito de esta y las otras 22 metas del MMB, en palabras de los autores, radica en gran medida en la movilización de recursos que también quedo plasmada en el Marco. De acá a 2030, los países ricos deberán movilizar mínimo US $200.000 millones para que los países en desarrollo puedan implementar las acciones necesarias. Además, anualmente se deben redirigir US $500.000 millones en subsidios perjudiciales.
Pero, como hemos contado a lo largo de los últimos días, las negociaciones alrededor del tema de financiamiento están siendo la “papa caliente” en la Zona Azul de la COP16.