El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático publica hoy un preocupante reporte sobre la manera en se está usando el suelo terrestre. Según los científicos, sobrepasamos la línea roja. La única manera de mitigar la crisis, dicen, es cambiar la forma en que producimos comida.
Los datos que lanza hoy el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) confirman que ya cruzamos una temida línea roja. Solo para alimentarnos, vestirnos y sostener a la creciente población mundial, estamos utilizando el 72 % de la superficie de la Tierra sin cobertura de hielo, donde más de dos tercios de los bosques se encuentran bajo dominio humano.
Pero como las grandes paradojas no se pueden evitar, esto no significa que la excesiva explotación nos haya traído bienestar como humanidad, pues aún 214 millones de personas están en la desnutrición y 613 millones más presentan deficiencia de hierro. Mientras, 2.000 millones de adultos tienen obesidad o sobrepeso.
Los hilos que se mueven entre el cambio climático, la degradación de suelos y la seguridad alimentaria están tan estrechamente ligados que, si no cambiamos la forma como producimos comida y lo que efectivamente comemos, nada será suficiente para mitigar la crisis climática. Incluso si se cerraran todas las plantas de combustibles fósiles, se extinguieran todos los carros y se clausuraran las industrias. La agricultura y la ganadería, tal como las conocemos hoy, están pasándonos una gran factura.
Reducir el consumo de carne y lo que debemos hacer ya
“Tener acceso a alertas tempranas, a sistemas y datos de monitoreo de la tierra basados en sensores hidrometeorológicos y remotos, y uso ampliado de tecnologías digitales” es una de las medidas más urgentes que, según los expertos, se deben tomar. Para esto, explican, es clave que se promueva la ciencia ciudadana y que sean los campesinos y agricultores quienes contribuyan a las bases de datos locales e internacionales, midiendo factores como salinización de la tierra, erosión y calidad del agua.
Además, el documento deja claro que tanto nuestra dieta como la forma en la que decidimos mercar tienen un rol clave para evitar un catastrófico escenario. ¿Cuáles son las recomendaciones? Reducir el consumo de carne mundial a la mitad e inclinarse por dietas a base de granos, legumbres, vegetales, nueces y semillas. En cuanto a los mercados, el IPCC afirma que se “necesita mejorar el acceso a ellos, empoderar a las mujeres agricultoras, ampliar el acceso a los servicios agrícolas y fortalecer la seguridad de la tenencia de la tierra”.
Comunidades afros e indígenas, una estrategia milenaria para cuidar las selvas
“Los programas de titulación y reconocimiento de tierras, particularmente aquellos que respetan la tenencia indígena y comunitaria, pueden conducir a mejorar el manejo de los bosques”. Con estas palabras, el IPCC les lanza una carta a los gobiernos para que no dejen de lado una estrategia contra el cambio climático que no es nueva, pero que suele ser ignorada: el uso ancestral que estas comunidades dan a sus territorios.
Este reconocimiento ha sido celebrado por las mismas comunidades, pues a la vez que el IPCC publica el informe, pueblos indígenas y organizaciones locales de 42 países, que abarcan más de 1.600 millones de hectáreas de tierras y el 76 % de los bosques tropicales del mundo, emitieron un comunicado.
“El informe deja claro que reconocer los derechos de los pueblos indígenas, las comunidades locales y las mujeres en todo el mundo es una solución climática escalable, y que todos los actores deben hacernos socios en las medidas a favor de la protección climática”, señalan. Una medida que es apenas lógica si se tiene en cuenta que a cargo de estas comunidades está el 22 % del carbono total de los bosques tropicales y subtropicales.
Para José Absalón Suárez, miembro del Proceso de Comunidades Negras de Colombia, quienes hicieron parte de esta última declaratoria, el IPCC confirma lo que ellos como comunidad siempre han sabido. “La relación que nosotros tenemos con nuestro territorio, que no lo vemos simplemente como tierra, siempre ha contribuido a la conservación y a contrarrestar los impactos del cambio climático”, comenta. “Pero se necesita, como dice el documento, que existan figuras jurídicas que nos reconozcan este territorio. Coincidimos con el IPCC en que este es el mensaje que hay que mandarle al mundo”.