El Congreso de Brasil logró eliminar 11 nuevas áreas protegidas en el estado amazónico de Rondonia que abarcaban 600.000 hectáreas de bosque.
Las preocupaciones de los ambientalistas por la reciente posesión del presidente brasilero de extrema derecha, Jair Bolsonaro, se hacen realidad poco a poco.
En septiembre del año pasado, tras solo una hora de debate, los diputados de la bancada ruralista de la Asamblea de Rondonia eliminó 11 áreas protegidas que abarcaban 600.000 hectáreas de bosque, el 3% de este estado, uno de los más extensos del país suramericano.
A pesar del breve tiempo de discusión, la aprobación de este proyecto que esa misma tarde se convirtió en ley –apunta Mongabay– fue el resultado de seis meses de discusiones entre la bancada ruralista, la Asamblea Legislativa y el gobierno estatal (que es de corte conservacionista).
De acuerdo con Mongabay Latinoamérica, en marzo del año pasado, el Gobierno central creó esas 11 áreas protegidas que protegían entre otras, zonas claves para la cuenca amazónica como Río Pardo o Río Machado. Ante la posible firma del decreto, la bancada ruralista reaccionó y logró introducir una enmienda constitucional que exigía que antes de la creación de un área protegida, se consultara a la Asamblea (algo equiparable a una Asamblea Departamental en Colombia). La enmienda fue aprobada el mismo día en que se decretaron las 11 áreas protegidas.(Ambientalistas temen por el futuro de la Amazonía en un posible gobierno de Bolsonaro).
Según explica el medio ambiental, para resolver esa encrucijada, el gobierno estatal resolvió eliminar el área protegida Estación Ecológica Soldado del Caucho, de 178.948 hectáreas, a cambio de que esta bancada ayudara a aprobar una ley para resolver problemas fiscales en Brasil. El problema es que, en el trámite de eliminación de esa área protegida, cayeron las 11 nuevas áreas.
Mauricio Voivodic, director ejecutivo de WWF-Brasil dijo a Mongabay que “la decisión no ha sido debatida con la sociedad. Es fundamental mantener esas unidades de conservación. Si se va el bosque, se van con él todos los servicios ambientales de los cuales depende la humanidad”.
La superficie de la selva amazónica se ha reducido de un 20%, desde que se inició la deforestación en el año 1970, según el Center for International Forestry Research (CIFOR).