Cuando la bicicleta pasa de ser un medio de transporte a una forma de vida, que ayuda a convivir y a sobrevivir en la mayor selva sudamericana.

La historia de Hervé Neukomm es con la que damos cierre al capítulo del Amazonas y con la que finaliza el recorrido de la Expedición Avina. No es casual, Hervé fue no sólo nuestro guía sino nuestro amigo, compartió con generosidad los secretos de este territorio que puede resultar amenazante si no se va de la mano de alguien como él.

Con su marcado acento francófono nos contó secretos del Amazonas que recorrió, en su totalidad, con la fuerza de sus piernas y la certeza de un corazón que cree y busca lo “bonito”, palabra recurrente en su lenguaje.

Si, nuestro guía en el Amazonas fue un suizo que a sus 26 años decidió dejar el prometedor trabajo que desempeñaba en la banca más sólida del mundo, por irse al Tibet en bicicleta. Ese viaje representaba para él la búsqueda de una genuina felicidad. Y la encontró a pesar del cambio de rumbo. Sin saberlo, estaba emprendiendo un recorrido de más de 40 mil kilómetros que terminaría en Leticia.

La vida que lleva hace casi 5 años en esta ciudad, cuenta tanto de él como de esta zona fronteriza que está dispuesta a darle la bienvenida a quien quiera quedarse, de una manera que él describe con sorpresa “Te vas a la orilla del río donde no haya resguardos, armas tu casa, te quedas por más de cinco años y es tuya. Aunque no es mi plan, eso me parece bonito de este lugar.”

“Luego de recorrer 8 desiertos en bicicleta extrañaba el agua como nada. Me imaginaba montando en bicicleta, con sombra y rodeado de agua. Se me ocurrió entonces cruzar el Amazonas, pero la verdad no sabía nada. Hoy se que en la selva solo estás muerto. En el río, aunque no lo recomiendo a todo el mundo, es posible. Yo me quedé en el río.”

“Desde niño soy un amante de la alta montaña, he escalado mucho. Creo que eso me sirvió, porque acá es igual, no puedes improvisar, debes estar concentrado. Si un bote en la noche se mueve debes saber por qué, si es un animal, el viento o la lluvia llegando.”

Cuando hablamos del bici bote no lo conocíamos, entonces él nos describió el invento que hizo para poder continuar su recorrido “Estando en Puno, Ecuador, durante seis semanas construimos un bote de madera con un amigo. Un poco más ancho para tener mayor estabilidad. Entre sus ideas de bote y mis ideas de bicicleta salió muy bien a pesar de la improvisación. La bicicleta tiene una cadena adicional que mueve dos hélices que entran al agua. El bote con comida, equipaje y yo pesa más de mil kilos, el esfuerzo inicial es duro, pero luego voy entre 8 y 12 kilómetros por hora a pedal. La gente se reía al verme, pero cuando se daban cuenta que iba a la misma velocidad que ellos en un bote pequeño, pensaban.”

No es exagerado que Hervé diga que podría escribir un libro de cada anécdota, pues para responder que vivió durante 19 meses en el bici bote durante 3 viajes, habla de una noche de tormenta en la que perdió de vista la orilla y superó muchas olas seguidas de cerca de 4 metros de altura, también que fue “visitado” por piratas con los que se emborrachó finalmente en la ribera a la que lo llevaron, o que un caimán golpeó su bote varias veces en la noche en un lugar del que no podía salir. Eso si, cada relato termina en una risotada en la que reafirma que le encanta la vida salvaje y que cada encuentro ha sido “bonito” para él.

Fotografía: Camilo Rozo

Fotografía: Camilo Rozo

“Viajar solo en el Amazonas es imposible, primero porque cuando la gente te ve va a hablarte y te invita a su casa. Además los delfines, eso es algo muy loco, fueron mis compañeros. Para hacerlo corto puedo resumir que en un punto del viaje yo mentalmente les preguntaba cada noche dónde debía dormir. Durante la primera tormenta que estuve me acompañaron por más de 3 horas, indicándome hacia dónde ir.”

Los motivos que cuenta lo llevaron a quedarse en Leticia, son bastante indeterminados “Es una ciudad muy limpia que queda en la mitas del Amazonas ¿qué más? Además los colombianos son los mejores de América Latina. Pero más allá de eso, es que las fronteras son chistosas, ustedes puede que las perciban porque son colombianos, pero yo no, yo pienso en el mundo y esto es el Amazonas. Aquí todo el mundo es extranjero, si ustedes se mueven unos metros ya lo son, eso hace que sea un lugar amable con los diferentes. Llegan igual personas desplazadas del pacífico o travestis del interior de Colombia o Perú y encuentran su sitio. No me siento extranjero, me llamo a mi mismo el suizo para que me identifiquen, pero me siento amazonense.”

“Conozco más de las plantas amazónicas que de las suizas. Aprendí también que el 80% de los fármacos industriales usan plantas amazónicas y que desde el 1 de enero de 2015 ya nadie podrá llevar hierbas en su equipaje hacia Europa, por eso mismo.”

Nos aclara que no proyecta un futuro, pero que sabe que está en Leticia porque “Nunca encontré en los cinco años viajando en bicicleta un lugar así. Siempre había aspectos positivos y negativos, pero aquí encontré a Alejandra, mi novia, la posibilidad de hacer turismo y lo bonito de la selva.”

Imposible pensar en alguien que encarne mejor el espíritu de la Expedición Avina que nuestro querido Hervé, quien ha recorrido gran parte del planeta con sus piernas porque lo que para él importa es: “El recorrido, los olores, la gente, todo aquello que no se puede contar, de lo que solo se puede aprender. Como aprendí yo la humildad en el Amazonas.”

www.hervepuravida.com
– Esta nota fue originalmente publicada en Las2Orillas y es republicada a través de un acuerdo para compartir contenido.

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