Elizabeth Rodríguez. Caquetá
“Mi organización es el CRIMA, Consejo Regional Indígena Medio Amazonas, y son 5 resguardos del medio y bajo río Caquetá: Villazul, Aduche, Mesai, Yaguara II, Monochoa y Puerto Zábalo. En mi comunidad vivimos personas de las etnias Huitoto, Muinane, Yukunas, Makunas. Somos 68 en el resguardo y yo soy Muinane.
Nosotras como mujeres partimos de la chagra, ahí tenemos nuestro plan de vida y de alimentación, lo que llamamos “seguridad alimentaria”, porque ahí cultivamos todos los alimentos y conocemos la medicina tradicional. Cada año, los hombres tumban la chagra y las mujeres hacen la reforestación.
Como mujeres hacemos parte de la reforestación, eso se mantiene, esa es nuestra identidad. Primero con la educación: llevamos al niño a la chagra y él se educa en ambiente y en salud, va a comer su yuca, su maíz. Una palma de canangucho, por ejemplo, dura unos 8 o 10 años en crecer, y si se está cayendo o ladeando, ponemos una semilla de otra cosa, cedro o mil pesos, y así hacemos reforestación, así sea de a un árbol a la vez.
Yo me pregunto por qué el ministerio [de Medio Ambiente] no nos reconoce. Aquí hay un espacio que ganar, porque no tendremos títulos de agrónomas, pero sí tenemos mucho tiempo haciendo esto. Desde los 7 sabemos cuidar, sembrar la uva, usar las cortezas, identificar dónde crece la yuca o la piña, la maraca, la mafafa y el ñame o el ají.
Yo soy artista del ají, porque es lo que más me gusta cultivar. Se recoge cuando está maduro, se pringa con agua tibia, el ají se ahúma por unos 25 minutos, y se pone en una paila, luego se cierne en una arandela para que quede hecho polvo, bien presentado, y ahí uno lo vende a la orilla del río o a las instituciones que pasan por ahí, como el SINCHI o Parques Nacionales.
La situación con la minería también nos preocupa. Vienen ellos con certificados de Corpoamazonía diciendo que tienen permisos, que no siempre son verdaderos, y nos pagan muy poco por sacar oro del río. Eso contamina y la comida de nosotros se compromete”.*
*En 2015, la OMS y otras instituciones publicaron un revelador informe en el que se conoció que las comunidades indígenas del alto y medio Caquetá, donde vive Elizabeth, tenía altas concentraciones de mercurio en la sangre, gracias a la minería ilegal, que usa este material para separar el oro de otros sedimentos, y que lo desecha en el río del que beben y pescan los habitantes humanos y animales de la región.
En la Fiscalía General de la Nación había 6.450 investigaciones sobre minería ilegal y, según cálculos de la Unidad Investigativa de El Tiempo, el negocio de la minería ilegal mueve, por poco, unos $45.000 millones.