Realizaron el primer estudio en la parte alta de la Cuenca Amazónica sobre peces eléctricos, un grupo poco estudiado por la ciencia. Identificaron 33 especies en la parte colombiana de la zona de la triple frontera con Brasil y Perú.
En el trópico de América, conocido como neotrópico, existe un grupo de peces que vive principalmente en el fondo de los ríos, por lo que se adaptaron a vivir en ambientes donde no llega la luz natural, desarrollando la capacidad de generar y percibir campos eléctricos gracias a los cuales logran ubicarse, alimentarse y aparearse. Son conocidos como peces eléctricos o peces cuchillo (Gymnotiformes), y los campos eléctricos que emiten, en general, tienen poco voltaje. No obstante, una de las especies de este grupo, el temblón (Electrophorus electricus), es capaz de generar descargas entre 600 y 900 voltios.
Debido a su ubicación en los ambientes naturales de más de 50 metros de profundidad, es difícil acceder a ellos, por lo que se trata de un grupo de peces que han sido poco estudiados por la ciencia, explica Juan David Bogotá Gregory, PhD en Biología de la Conservación de la Universidad de Florida Central e investigador del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas Sinchi. Además, no tienen el interés comercial de otros peces, como los grandes bagres y algunos de escamas, como el bocachico o el sábalo.
El investigador hace parte de un equipo formado por científicos del Instituto Sinchi y la Universidad de Louisiana en Lafayette, que recientemente identificó 33 especies de peces eléctricos en el río Amazonas. Los especímenes, que quedaron en la colección del Sinchi, fueron tomados en el territorio colombiano de la triple frontera entre Colombia, Brasil y Perú, muy cerca de las poblaciones de Leticia, Tabatinga y Santa Rosa de Yavarí, respectivamente.
Los resultados de este trabajo, que es el primer estudio dedicado a estos peces en la parte alta de la Cuenca Amazónica, se publicaron en Check list, the journal of biodiversity data. Entre las especies que identificaron, se incluyen Electrophorus multivalvulus, Sternarchella calhamazon, Sternarchorhamphus muelleri, Sternarchorhynchus cf. cramptoni, Adontosternarchus balaenops, Gymnotus coropinae, Rhabdolichops electrogrammus.
En el artículo, los investigadores advierten que las tres ciudades mencionadas, así como las comunidades indígenas circundantes, constituyen una población creciente de más de 115.000 personas que “obtiene una cantidad sustancial de proteína animal de los productos pesqueros locales”, lo que ejerce presión sobre los recursos acuáticos y “hace urgente una mejor comprensión de la composición y ecología de la ictiofauna”, el estudio de un conjunto de especies de peces que viven en una determinada región . En este caso, se trata de una de las regiones con mayor riqueza de especies de peces de agua dulce del mundo.
Al estar ubicados en zonas de gran profundidad, entre raíces de macrófitas (Macrophytes), unas plantas que se encuentran a simple vista en los ecosistemas de agua, los investigadores no utilizaron métodos de pesca convencionales como redes o anzuelos, sino redes de arrastre de fondo que son más comunes en lagos y que se engranan en las profundidades del agua. Además de unos detectores de señales eléctricas que convertían en audio las señales eléctricas emitidas por los peces y que se transmitían en el agua, lo que permitía localizar y capturar los especímenes de forma rápida.
“Nosotros íbamos con ese convertidor en quebradas y lagos, mirando por dónde podíamos detectar un sonido, es decir, la conversión de la electricidad-sonido”, cuenta Bogotá.
Para la investigación, se recorrieron varios sitios a lo largo del Amazonas y sus afluentes, entre Leticia y la comunidad indígena de Macedonia, ubicada a unos 50 km de la capital amazónica, en donde desde temprano hasta tarde empleaban las redes de arrastre atadas a una pequeña embarcación con motor. También las utilizaron en playas, márgenes de ríos y canales, en tramos de 100 a 300 metros. En algunas zonas y tramos también realizaron recolectas en la noche.
Hasta la fecha, en el mundo se conocen más de 270 especies de Gymnotiformes, de las cuales 94 se han identificado en el Amazonas y 24 son endémicas de la región. Tienen una gran diversidad de formas en sus cabezas y cuerpos, además de que cuentan con una aleta anal alargada y no tienen aletas dorales o pélvicas, como lo muestran las imágenes que acompañan este artículo.
Algo clave en el desarrollo del estudio, fue que, en la Colección Ictiológica de la Amazonia Colombiana del Instituto Sinchi, así como en la del Museo de Anatomía (MCZ, por su sigla en inglés) de Harvard, ya tenían referenciados algunos individuos que recolectaron en el trabajo, lo que facilitó la identificación de las especies.
Encontraron que no existe un color corporal determinado en esta especie de acuerdo con las poblaciones; en algunas, los patrones de color varían de acuerdo al tipo de agua o presencia de especies crípticas, es decir, especies diferentes, pero que aparentemente no se diferencian morfológicamente. Además, hubo un espécimen que cambió de color 45 minutos después de haber sido capturado, lo que también sugiere que la pigmentación de los peces puede evidenciar la condición del animal como, en ese caso, estrés.
El equipo todavía está a la espera de confirmar 27 especies más.
Monitoreo junto a comunidades
Si bien la investigación fue adelantada por el Instituto Sinchi, en la cual participaron los investigadores Juan David Bogotá Gregory, Astrid Acosta Santos, Edwin Agudelo Córdoba y Jhon J. Potosí-Chuña, así como por la Universidad de Louisiana, con los investigadores Kevin T. Torgersen, James S. Albert y algunos estudiantes de doctorado, esta también tuvo un componente muy importante de trabajo con comunidades indígenas. En total, el grupo de trabajo estuvo conformado por unas veinte personas.
“Siempre tratamos de involucrar a las comunidades locales dentro del trabajo que hacemos, desde el punto de vista metodológico. Buscamos que nosotros aprendamos de ellos y ellos de nosotros”, señala Bogotá.
“La idea es que este trabajo no solamente sea para un público científico, hay otros formatos que estamos derivando para que sean más accesibles a las comunidades locales y al público general. El fin es llegar a un punto en donde podamos aprovechar esos dos tipos de conocimientos para entender mejor lo que hay en la Amazonia y realizar un mejor manejo de esos recursos”, agrega el investigador.
Los científicos siguen en contacto con pescadores locales, con quienes pretenden continuar el monitoreo de los Gymnotiformes. Esto con el fin de identificar cambios en los peces y así comprender si estos pueden estar asociados a fenómenos como la deforestación, variaciones de temperatura debido a las transformaciones a gran escala de los ambientes naturales, o el cambio climático.
De acuerdo con el Instituto Sinchi, la investigación y el monitoreo liderado por las comunidades también es valioso para formular nuevas estrategias de conservación, teniendo en cuenta los usos de autoconsumo y medicinales de las poblaciones locales.
Por ahora, el equipo de investigadores adelanta trabajos similares con comunidades en los alrededores del río Cuduyarí (Vaupés) y la Estrella Fluvial de Inírida (Guainía), en donde se dan otras dinámicas con estos peces -por ejemplo, en Vaupés son de consumo humano-, con el fin de definir en detalle las distribuciones ecológicas de las especies y sus características de acuerdo a cada ecosistema.
*Este artículo es publicado gracias a una alianza entre El Espectador e InfoAmazonia, con el apoyo de Amazon Conservation Team.