Por primera vez, una caravana de motociclistas logró llegar por tierra a Solano, uno de los municipios más deforestados del país y el único de todo el Caquetá que no tiene acceso por tierra. La gobernación prometió adecuar ese camino en tiempo récord, pero la manera en la que evitarían que la deforestación avance alrededor de la vía deja algunas preguntas.

El 19 de enero, un grupo de motociclistas logró una hazaña: por primera vez llegaron por vía terrestre al municipio de Solano (Caquetá). El recorrido comenzó en el municipio de La Montañita, en la vereda La Unión Peneya, y terminó 86 kilómetros de trocha después, en la vereda Puerto Tejada.

Según Rutas del Conflicto, la Unión Peneya fue un lugar próspero gracias a la bonanza cocalera que controló por años las Farc. En 2004, debido a enfrentamientos entre armados, unas 2.500 familias salieron desplazados. A los tres años volvieron a reconstruir el pueblo y en 2009 ganaron el Premio Nacional de Paz.

Esos mismos campesinos fueron quienes recorrieron la extensa trocha entre los municipios de La Montañita y Solano para reafirmar su compromiso con los Acuerdos de Paz y la restitución voluntaria de cultivos de uso ilícito, y entre otras, para demostrar lo difícil que es moverse entre estos dos municipios. De hecho, los motociclistas tardaron casi catorce horas en llegar hasta el municipio de Solano y solo 20 de las 80 motos que emprendieron la travesía lograron llegar hasta el final de la trocha.

Según el campesino y diputado Balvino Polo, el estado de las vías es deplorable. “La Unión Peneya, La Montañita y hasta Solano fueron por mucho tiempo grandes productores de coca, pero de diez años para acá hemos querido transformar la economía. El año pasado hicimos una colecta solo entre los campesinos y juntamos $80 millones para arreglar la vía, pero necesitamos es más apoyo”.

La via se cierra durante ocho meses, en invierno, porque se vuelve intransitable./ Foto Cortesía comunidades de La Montañita.

Precisamente, la comunidad pide a gritos el arreglo de la vía que nace en el municipio de La Montañita, en la vereda conocida como La Unión Peneya, que recorre las veredas de Líbano, San Isidro, Miramar, Palmeras y Puerto Tejada, hasta convertirse en un calvario de 42 kilómetros de barro hasta el casco urbano del municipio de Solano. Ese mismo día, en una reunión con los líderes comunales de las veredas del municipio de La Montañita, el nuevo gobernador, Arnulfo Gasca, anunció un plan de choque para comenzar a adecuar las vías, comenzando por la que recorrieron los motociclistas: La Unión Peneya-Puerto Tejada.

“Iniciamos en el Líbano, donde inicia la vía ya hay diez kilómetros pavimentados y de ahí en adelante arrancamos con el mejoramiento de la vía”, dijo el recién posesionado gobernador Arnulfo Gasca Trujillo, en la primera reunión entre presidentes de juntas de acción comunal, nuevos alcaldes y gobernación. Según dio a entender, el plan es continuar adecuando las vías hasta que Solano se conecte por vía terrestre con el resto del Caquetá.

Adecuar los 86 kilómetros de la vía La Unión Peneya-Puerto Tejada y Puerto Tejada y la posterior intervención de los 42 kilómetros de camino de herradura que lleva hasta Solano (y que ni siquiera está en los registros en línea del Ministerio de Transporte o el Invías) es el equivalente a conectar por tierra, por fin, al único municipio sin conexión terrestre de todo el Caquetá, que entre otras, con 43.112 kilómetros cuadrados, representa prácticamente la mitad del departamento. También limita con el Parque Nacional Chiribiquete y el imponente chorro de Araracuara. Tanto se lleva prometiendo que en 2011, la Gobernación de Caquetá abrió una licitación pública por $727’762.800 para la “recuperación de la vía La Unión Peneya, Solano, municipio de La Montañita”, pero la obra nunca se hizo.

Para llegar de Florencia hasta Puerto Tejada, es necesario alquilar un deslizador, que cuesta unos $70.000, que tarda unas seis horas en recorrer todo el río Caquetá. Pero según recuerda Álvaro Lozada, comerciante de Solano radicado en Florencia, la promesa de esta vía ha sido caballito de batalla de incontables alcaldes y diputados que prometen conectar a Solano. La diferencia es que Este plan de choque comenzaría en 15 o 20 días para aprovechar el verano y ocuparía toda la maquinaria amarilla que tiene la Gobernación del Caquetá”, según el ingeniero civil Jairo Gómez, secretario de Infraestructura.

Si el plan se cumple, la comunidad pagaría la gasolina, pero toda la maquinaria de la Gobernación será desplazada hacia La Unión Peneya para adecuar la vía en tiempo récord, antes de que lleguen las lluvias y enloden los caminos. Llegarían 58 máquinas de construcción incluyendo cinco motoniveladoras, cuatro aplanadoras, cuatro retroexcavadoras, 18 volquetas, dos carros cargadores, cinco bulldóceres y unos 58 operarios entre inspectores y obreros.

Pero hay que agarrar la promesa con pinzas. En cuestión de semanas, una importante flota comenzaría a trabajar en medio de una zona de reserva forestal en la Amazonia para adecuar una vía que tiene unos tres metros de ancho, que se está prometiendo desde hace cincuenta años, en uno de los municipios más deforestados del país. De acuerdo con el Ideam, solo en 2018 en el municipio de Solano se talaron 6.508 hectáreas, y Caquetá sigue encabezando la lista de los departamentos deforestadores.

También, según el Ideam, las carreteras son uno de los dinamizadores de la deforestación en Colombia. En la Amazonia, entre los años 2000 y 2012, el 50 % de las zonas deforestadas se encontraban a una distancia menor de dos kilómetros de un segmento vial y el tamaño de parche deforestado en las zonas próximas a vías es en promedio de 4,55 ha.

De acuerdo con el director regional de Corpoamazonia, Mario Barón, el único proyecto para el que recibieron alguna solicitud en esa misma zona en los últimos cuatro años fue para el sistema de interconexión eléctrica para el municipio de Solano, por parte de la gobernación anterior, en manos del Álvaro Pacheco (condenado en 2019 por parapolítica). En la dirección regional de la corporación no reposa ninguna solicitud para trámites de licencia ambiental, estudios técnicos ni visitas por parte de la autoridad ambiental. Según el mismo Barón, para la adecuación de esta vía tampoco sería necesario un permiso de la autoridad ambiental, porque no es una nueva construcción, sino el arreglo de algo que ya existe, “pero igual tiene que tener protocolos para la ocupación de cauces, si van a hacer puentes sobre quebradas o ríos tienen que tener el permiso de aprovechamiento forestal”.

Al preguntarle al ingeniero Gómez si había algún plan para mitigar los efectos ambientales de la intervención vial, aceptó que no estaba contemplado aún —aunque existe una Secretaría Ambiental y Agrícola en la Gobernación— y aseguró que “no se tumbaría un solo palo”.

“Cómo quisiera uno que se desembotellara el pueblo, pero como se alegan temas ambientales no la han hecho. Esa zona selvática es muy bonita y uno sabe que si se abre carretera se abre boquete. La gente va a cuidar, pero quién cuida el bosque de otros intereses que puedan entrar por ahí”, dice Álvaro Lozada. El antecedente tiene a algunos asustados. Por un lado, la falta de estudios ambientales en esta vía preocupa a algunos funcionarios públicos ambientales de la región que prefieren guardar su nombre porque temen que Solano se convierta en un foco de deforestación aún más poderoso.

Por el otro, el caso es similar a la carretera Calamar-Miraflores, en Guaviare, que metió en líos judiciales a tres alcaldes y al exgobernador, que fueron investigados por la Fiscalía por delitos ambientales, precisamente, por adecuar 138 kilómetros de esa vía sin tener licencia ambiental. A ellos, la CDA les impuso una multa de $1.400 millones. Por ahora, la promesa de la nueva vía que conectaría a Solano con el resto del país comienza a materializarse en febrero.

*Infoamazonia es una alianza periodística entre Amazon Conservation Team, Dejusticia y El Espectador. 

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