Por más de cinco años, 400 cargamentos con más de 3.700 árboles talados en la Amazonía colombiana, salieron con destino a la ciudad de Maicao, pero nunca llegaron. Los movilizaron con salvoconductos oficiales pero los registraron con direcciones falsas.
*Este artículo hace parte de la investigación «Los patrones de la Amazonía colombiana», de la Agencia de Investigación Ambiental (EIA) y fue publicada originalmente en 360-grados.co
En la sede de Corpoamazonía que queda en Mocoa, reposan 16.470 salvoconductos que se expidieron entre 2012 y 2017 para transportar madera desde Putumayo, Caquetá y Amazonas a distintas regiones del país. Entre los cinco principales destinos está Maicao, ciudad fronteriza con Venezuela y santuario del contrabando de todo tipo de mercancías.
Hasta Maicao, ubicada a más de 1.600 kilómetros de la Amazonía, tendrían que haber llegado 45 camiones que usando 449 salvoconductos legales, movilizaron 5.608 metros cúbicos de madera, unos 3.765 árboles talados. Más del 80% de esta carga salió de Puerto Asís, desde donde se transporta la mayor cantidad de madera que proviene de Tarapacá en el Amazonas y de Puerto Leguízamo en el Putumayo.
En el papel, esta madera fue movilizada por 12 empresas transportadoras que llevaron 50 especies de madera. Rápido Humadea y Transoriente cargaron el 60% del volumen y se supone que lo entregaron en 57 direcciones de depósitos o compradores. Pero esto no ocurrió.
Los cinco municipios que movieron más madera a Maicao
Los salvoconductos con los que fue posible mover esta madera revelan que los cargamentos salieron de 75 aprovechamientos forestales, de los cuales, el 80% del volumen que se envió a Maicao está a nombre de 28 personas. Los cinco dueños de aprovechamientos con la mayor cantidad de madera son Luis Enrique Rodríguez, José Rafael Delgado, Miguel Ángel Montero Yepez, Alirio Machacury Jota y Antonio Isidio Ballesilla.
Al que sí conocen es a Manuel Efrén Grijalba Argot, propietario del molino Central de Sales, un depósito en el que se compra y vende sal, pero no madera. Sobre El Guajiro, que también es un molino de sal, aseguraron que es de propiedad de Jorge Noreña. No existe un depósito que se llame Moldo Artes.
Central de Sales es una bodega amplia y rústica. Desde bien temprano en la mañana se puede ver a varios obreros cargando bultos de sal. También entran transportadores y pequeños vendedores del mineral, entre ellos indígenas Wayuus. No hay rastro de que allí se muevan bloques de madera. Así lo confirma Milagros Argel, secretaria del molino, quien trabaja en el lugar desde hace nueve años y asegura que para la operación tampoco se requiere madera.
«Él transportaba madera desde Curillo y San Vicente del Caguán (Caquetá) a Bogotá, Cali y Medellín. Hacia Barranquilla se traía el desperdicio», dijo Diego Mauricio Grijalba Martínez, hijo de Manuel Efrén, dueño del molino. Nació en Caquetá y asegura que su familia lleva 11 años dedicada a la compra-venta de sal en Maicao y Uribia. Llegaron a esta región del norte de Colombia después de vivir en Cali. Sin embargo, no son ajenos al negocio de la madera. Entre 1974 y 1995, su papá se dedicó a transportar cientos de listones que salían del Caquetá, hasta que se mudaron a Cali en 1996.
Manuel Efrén aseguró que fue transportador y nunca compró madera. También negó que tenga algún tipo de relación comercial con madereros en Cali. Le sorprendió que su nombre aparezca en los salvoconductos como comprador de madera y que incluyan datos parciales de su ubicación como el lugar de su molino, la zona industrial de Uribia y el número de su celular. “No sé por qué aparecen esos registros… no sé qué hay detrás de todo esto”, dijo su hijo, quien cree que los salvoconductos que mencionan su bodega revelan claramente una operación para mover madera de forma ilegal.
El otro depósito que mencionan los salvoconductos, El Guajiro, queda a pocos metros de Central de Sales y es también un molino de sal que funciona hace una década en la zona industrial de Uribia. Algunos de sus trabajadores aseguran que no han visto movimiento o comercio alguno de bloques o tablas de madera y tampoco saben explicar por qué aparece registrado como un depósito de madera.
Direcciones falsas
En el caso de Maicao, el otro destino que mencionan los salvoconductos de Corpoamazonía, hay registros, por ejemplo, de que en febrero de 2015 fueron enviados desde Puerto Asís (Putumayo) a Maderas La 25 (calle 25 #10-70), 16 metros cúbicos de una especie conocida como volador. Esta dirección corresponde a una vivienda ubicada al final de una calle solitaria del barrio Rojas Pinilla, contigua a la pista del aeropuerto de Maicao. Los habitantes del sector aseguran que allí nunca han funcionado depósitos de madera. “Solo hay una carpintería, pero como a siete calles”, dijo un vecino.
Lo mismo ocurre con otro cargamento de 47 metros cúbicos de amarillo, arenillo, sangretoro y tara, que presuntamente fue enviado en marzo de 2015 desde Puerto Asís a Maderas San José (calle 25 # 8). De nuevo, la dirección se ubica en el barrio Rojas Pinilla, aledaña a la pista del aeropuerto. Ana Mercedes Charry, con 20 años en el barrio, asegura que nunca ha visto aserraderos. “Sé que algunos están en la vía del mercado”, reparó. Ese cargamento aparece a nombre del comprador Eugenio Arroyo. “Tendrá que tener un apodo, pero aquí no lo conocemos”, aseguró Charry.
«Aquí guardo los carros. Hay una sola carpintería que trabaja con nosotros, queda cerca, pero no en esta calle», dijo Marín.
Maderas El Trebol (carrera 16 # 6-22) es otro depósito al que tendría que haber llegado, en julio de 2014, un cargamento con cerca de 22 metros cúbicos de charapillo y granadillo. Aunque la nomenclatura existe, el único comercio que hay en esa cuadra es un taller de mecánica que pertenece a Luis Alfredo Marín, quien lleva más de 50 años viviendo en el lugar. “Aquí guardo los carros. Hay una sola carpintería que trabaja con nosotros, queda cerca, pero no en esta calle”, dijo. Marín no conoce a Luis Durán, quien apareció en los salvoconductos como dueño del cargamento.
Otra dirección falsa es la del depósito La Guajira (carrera 3A #9-27), a donde se enviaron dos camiones con 40 metros cúbicos de sangretoro, amarillo y cumala, entre febrero y marzo de 2014. La dirección corresponde al barrio Libertador, una zona residencial, sin embargo, no es del todo correcta porque en Maicao no existe la carrera 3A. “Por aquí hay un depósito, es pequeño, se llama El Libertador, pero no La Guajira”, dijo un moto-taxista que vive en el barrio. Los vecinos tampoco conocen a Jesús Olaya, el supuesto propietario del cargamento.
La historia se repite con el depósito San José Potrerillo (Calle 16 No. 8-38). Aunque la dirección del salvoconducto coincide con la antigua sede de la empresa de transporte Rápido Ochoa, el lugar está abandonado y en ruinas. “Rápido Ochoa le vendió el edificio a otra empresa, pero luego lo sellaron porque los malandros se llevaron todo”, contó Manuel Serpa Mayorca, habitante del sector. Este falso depósito aparece en un salvoconducto que se expidió en julio de 2013, pero no tiene registro de volúmenes y tipos de madera.
«En Riohacha (capital) hay cuatro o cinco, los demás son pequeños establecimientos como carpinterías. Uribia solo tiene dos y en Dibulla hay uno», dice Clemente Núñez Vargas. «En Riohacha (capital) hay cuatro o cinco, los demás son pequeños establecimientos como carpinterías. Uribia solo tiene dos y en Dibulla hay uno».
Corpoguajira no tiene registros de la llegada de 449 salvoconductos con madera de la Amazonía. “Revisamos nuestros archivos entre 2014 y 2017 y no conseguimos ninguna serie referente al listado que estábamos verificando”, aseguró Núñez.
En esa corporación solo guardan salvoconductos de Corantioquia, Corponariño, Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga –CDMB-, Corpocesar, Carsucre y del ICA, que remite movilizaciones de plantaciones forestales.
Salvoconductos de Corpoguajira / EIA
Para varios empleados públicos y comerciantes, es poco común que a esta apartada región del norte de Colombia llegue madera de la Amazonía. Allí, por lo general, compran especies como higuerón, sande, bonga y maqui, provenientes de departamentos cercanos como Chocó y los santanderes.
En el depósito Emanuel, uno de los que funcionan en Maicao, aseguran que nunca traen madera de la Amazonía porque resulta muy costoso. “La compramos de Chocó con los salvoconductos legales y las debidas resoluciones de los aprovechamientos”, dijo Rodrigo Maya Barón, asesor de ventas. Este establecimiento no aparece en los salvoconductos expedidos por Corpoamazonía.
Los nombres de compradores y direcciones falsas evidencian que los salvoconductos fueron usados como fachada para mover maderas a destinos como Cali y Bogotá, y no a Maicao. Al contrastar los datos, algunas direcciones coinciden con depósitos en el barrio Obrero de Cali.
«Por ejemplo, si vienen y van de Puerto Asís (Putumayo) a Pitalito (Huila) solo pueden hacer hasta siete viajes», dice Argenis Lasso, directora de Corpoamazonía en Putumayo. Explicó que este modus operandi es una de las formas que usan los transportadores para hacer más viajes de los permitidos. “Por ejemplo, si vienen y van de Puerto Asís (Putumayo) a Pitalito (Huila) solo pueden hacer hasta siete viajes”, dijo. La funcionaria agregó que Corpoamazonía le ha exigido a la Policía que marquen y firmen los salvoconductos cuando hacen controles viales, para evitar el reuso del documento.
«Hay una falsedad de documento público. Eso está tipificado en la ley colombiana. Es conveniente en todo el seguimiento y control a la expedición de estos documentos es verificar esto. De igual manera, denunciar al usuario que esté incurriendo en este delito», dice Luis Manuel Medina Toro, director de Corpoguajira, quien desconocía, que se usara a Maicao como fachada para traficar madera, dijo que se trata de un fraude. “Hay una falsedad de documento público. Eso está tipificado en la ley colombiana. Es conveniente en todo el seguimiento y control a la expedición de estos documentos es verificar esto. De igual manera, denunciar al usuario que esté incurriendo en este delito”, expresó.
En Colombia no hay forma de seguirle el rastro a la madera, ya que la ley no establece que en el salvoconducto se incluya la dirección a donde llegan los cargamentos, es decir, depósitos, aserríos o industrias forestales, y tampoco es obligatorio agregar los datos de los compradores.
«Sería importante que el documento tuviera esa información para que la autoridad ambiental pudiera corroborarlo. Si dicen: me voy a llevar esta madera a un depósito de Maicao y me envían la copia del salvoconducto, nosotros vamos y hacemos las verificaciones» agrega Medina Toro.
La resolución 438 de 2001 del Ministerio de Medio Ambiente establece que el salvoconducto para movilizar especímenes biológicos debe contener información sobre el titular, las especies, la procedencia, la ruta del desplazamiento, el tipo de transporte, datos del conductor, así como las cantidad y entidad que emite el documento, entre otros.
El libro de operaciones forestales es la única herramienta que tienen las autoridades ambientales para verificar la cantidad de madera que entra y sale de los depósitos, la cual debe coincidir con la información de los salvoconductos. Sin embargo, como lo demuestra el caso de Maicao, hay un largo camino entre esta información y la realidad.
Foto: Maicao es, en papeles, el séptimo destino más común para la madera que sale legalmente de Putumayo y Caquetá.