Durante la audiencia pública que convocó la Corte Constitucional, el Ministerio de Salud citó las conclusiones de cuatro informes elaborados recientemente por entidades del Estado. Uno de ellos contenía información que merecía un debate más amplio, pero la cartera afirma que nunca lo ocultó.

Por Maria Mónica Monsalve / @mariamonic91

A principios de marzo de este año, cuando la discusión sobre las aspersiones con glifosato parecía cerrada, la Corte Constitucional convocó una audiencia pública para conocer cuáles eran los nuevos argumentos que estaban sobre la mesa. El nuevo Gobierno quería retomarlas ante un incremento de casi 25.000 hectáreas de coca sembradas entre 2016 y 2017. En 2017, la misma Corte había ordenado limitar el uso de este herbicida para erradicar cultivos ilícitos en Colombia hasta que se tuviera mayor certeza sobre sus impactos en la salud. El evento, que concentró la atención del país durante varias horas, reunió a una serie de personajes para que presentaran argumentos a favor y en contra.

Entre ellos estaba el ministro de Salud, Juan Pablo Uribe. Durante su intervención mencionó las conclusiones de una serie de estudios e informes elaborados recientemente por entidades del Estado. Tres de ellos, comentó, los había realizado el Instituto Nacional de Salud (INS), y uno más estuvo liderado por el Instituto Nacional de Cancerología (INC). Ese mismo día, después de que El Espectador solicitara a las tres entidades si podía ver los documentos enteros, la respuesta fue negativa.

Tanto el INS como el INC explicaron que se trataba de conceptos técnicos que fueron entregados al Ministerio de Salud, por lo que era la cartera la responsable de compartirlos. Mientras, el minsalud explicó que esos estudios los tenía el ministro Uribe en físico y los entregó firmados a la Corte. En ese momento, comentaron, no los tenían disponibles en medios electrónicos.

El Espectador decidió enviar un derecho de petición solicitando los documentos: un estudio sobre la prevalencia del linfoma no Hodgking en Colombia en zonas no expuestas y expuestas a la aspersión con glifosato; un análisis de las quejas que fueron reportadas al programa de Erradicación de cultivos ilícitos de aspersión aérea con glifosato, y un análisis de agua antes y después de la aspersión. Se trataba de tres informes que, tras ser revisados por expertos que consultamos, no tenían mayor grado de validez científica.

Días después, y por otra vía, llegó a este diario el cuarto estudio. En este, investigadores del INS actualizaron lo que ha encontrado la literatura científica mundial desde que, en 2015, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer clasificara el glifosato como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”. Todas las páginas estaban marcadas con un letrero: Confidencial.

Aunque para El Espectador fue información de difícil acceso, a los ojos de Iván Darío González Ortiz, viceministro de Salud, se trató de estudios “que siempre han sido públicos”. “Si no tuvieron acceso a la información no sé por qué fue”, comentó. “Pero acá no estamos escondiendo información. ¿Por qué lo haríamos, si lo que encontramos va en línea con lo que dijo hace unos años la OMS a través de la IARG?”

Pero más allá de esta duda, lo cierto es que se trata de documentos con información valiosa y que contribuyen a un debate en el que sigue dominando la incertidumbre científica. Esto es lo que concluye cada uno de los cuatro estudios y cómo se hicieron.

Revisión de la literatura científica sobre salud y glifosato

El estudio “Efectos adversos por exposición a glifosato. Revisión sistemática de revisiones y metaanálisis”, que fue el que llegó a El Espectador con el membrete de confidencial, es el más válido de los cuatro informes. En este, dos investigadores del INS recolectaron todos los estudios sobre salud y glifosato que se han publicado desde que en 2015 la IARC clasificó la sustancia como probablemente cancerígena para los seres humanos. Usaron 10 motores de búsqueda y tras filtrar los estudios que tenían la mejor evidencia, se quedaron con 44. Luego, a estos 44 se les aplicaron otros criterios de exclusión, como si estaban duplicados, y se quedaron con los resultados de 8 documentos, incluido el de la IARC.

Se trata, en realidad, de revisiones sistemáticas o metaanálisis que agrupan los resultados de otros estudios -o estudios primarios-, lo que permite tener un escenario de mayor certeza. Seis de los documentos elegidos por el INS incluyeron población humana y tres involucraron modelos en animales. En tres de ellos, vale aclarar, los autores manifestaron financiamiento por parte de Monsanto, el mayor productor de glifosato.

¿Qué tan preciso fue el ministro al informar sobre ese trabajo a la Corte? Durante la audiencia, el ministro de Salud, Juan Pablo Uribe, presentó los resultados de la siguiente manera: “El INS realizó, en febrero de este año, una revisión sistemática de la literatura mundial sobre el glifosato, publicada posterior al concepto de la Agencia de 2015, concluyendo que los hallazgos establecen un panorama de las estimaciones de riesgos donde persiste la controversia científica sobre los efectos en la salud por exposición al glifosato. Y se confirma la concordancia con la clasificación de la sustancia hecha por esa agencia, en el sentido de una posible asociación con el linfoma no Hodgking”.

El documento en manos de El Espectador dice exactamente eso, pero también un poco más. Afirma que, en modelos animales, hay consistencia con que el glifosato es un factor de riesgo para la disminución de la concentración de espermatozoides. “En humanos se consideró la evidencia de la exposición a glifosato consistente como factor de riesgo para linfoma no Hodgking, linfoma Hodgking, linfomas, mieloma múltiple y abortos”.

Además, señala que “otros desenlaces reportados como efecto adverso por exposición a glifosato, con estimaciones estadísticamente significativas, fueron linfoma de células beta y desórdenes de atención e hiperactividad”.

Al preguntarle al Ministerio por qué durante la audiencia solo se hizo énfasis en el linfoma no Hodgking y no en los otros posibles efectos sobre la salud que también tienen una estimación estadísticamente significativa con el glifosato, el viceministro González explicó que “el que realmente tiene evidencia sólida es el linfoma no Hodgking y es además en el que la OMS demuestra asociación”. Igualmente, señaló que “a la Corte lo que le interesa saber, y para el cual aplicó el principio de precaución, fue para la asociación entre el linfoma no Hodgking y la aspersión. Es el que a la literatura científica más le ha importado, sin que esto signifique que haya otras cosas”.

Efectos adversos por exposición a glifosato. Revisión sistemática de revisiones y meta análisis by Monica on Scribd

Linfoma no Hodgking en zonas expuestas y no expuestas a aspersión con glifosato

El segundo estudio mencionado por el ministro Uribe fue el realizado por el INC. “El estudio linfoma no Hodgking en Colombia, comportamiento epidemiológico en zonas no expuestas y expuestas por aspersión con glifosato, fue realizado por el INC al comienzo de este año. Y concluye que la información reportada sobre uso, frecuencia y modo de plaguicidas específicos no es suficientemente precisa ni confiable para producir estimaciones sólidas de asociación entre la exposición al glifosato, con la incidencia y mortalidad de este tipo de cáncer”.

Para llegar a esta conclusión se comparó la incidencia del linfoma no Hodgking en dos departamentos sin antecedentes de aspersión por glifosato (Boyacá y Cundinamarca) con la de Antioquia, Caquetá, Cauca, Nariño y Putumayo, lugares que formaron parte del Programa de Erradicación de Cultivos Ilícitos (PECIG). Se estimó la información en tres quinquenios.

Pero como bien lo explicó Uribe, la información y sus resultados son bastante inconsistentes. Por ejemplo, mientras durante los tres períodos Antioquia presentó la mayor tasa de incidencia en el linfoma no Hodgking tanto en hombres como en mujeres, para estas y en el último quinquenio los casos de Cauca (parte del PECIG) y Cundinamarca (que nunca recibió aspersión) superan a Antioquia.

 

Estudio Linfoma No Hodking by Monica on Scribd

Quejas a la aspersión con glifosato

 

Entre 2003 y 2015 el PECIG recibió 99 quejas. Como lo dijo el ministro Uribe durante la audiencia: “La principal manifestación encontrada en el 15 % de los casos fue dermatológica”. Los síntomas reportados fueron “prurito, irritación, lesiones descamativas ampulosas o úlceras, sin un cuadro clínico común, y que, ocasionalmente, el individuo manifiesta contacto directo con la mezcla de la aspersión”. También hubo otro tipo de quejas. El 8,6 % fueron síndromes gastrointestinales, el 3,2 % intoxicación y el 2,2 % renales. El sistema de quejas no tenía forma de comprobar que la causa era la aspersión con glifosato. Es más, el 59,1 % de los casos no tuvieron como soporte una evaluación clínica.

“El sistema de notificación al PECIG no detectó posibles casos asociados dada la heterogeneidad en la valoración clínica y en los soportes documentales”, afirma tanto el estudio como el ministro en la audiencia.

Estudio Quejas y Glifosato by Monica on Scribd

Muestras de agua

El último reporte que mencionó Uribe fue sobre muestras de agua. Durante tres fases, entre 2005 y 2017, tanto el INS como el personal del programa de erradicación tomaron muestras de agua en terrenos georreferenciados. Las muestras se tomaban antes de la aspersión, inmediatamente después de la aspersión y 60 días después. En total se procesaron 215 muestras, de las cuales el 73 % “presentaron niveles no cuantificables en ninguna de las fases de análisis”, como lo explicó Uribe.

En las 44 muestras que tenían un nivel detectable, comenta el documento, siete (2,7 %) dieron positivo para glifosato o su metabolito 60 días después de la aspersión. Dos en el Guaviare, una en Caquetá y otra en Chocó. El estudio, sin embargo, concluye que “estos datos tienen limitaciones del muestreo en los territrios objeto de aspersión». (Lea también: Esto dicen los 12 estudios sobre glifosato en Colombia)

Glifosato y muestras de agua by Monica on Scribd

Minsalud responde a las dudas

El viceministro de Salud, Iván Darío González Ortiz, responde algunas dudas sobre cómo se presentaron estos estudios.

¿Cree que las conclusiones de los informes que presentó el minsalud durante la audiencia fueron fieles a los informes?

Sí, lo que dijimos es lo que dijo la OMS y lo que está pidiendo la Corte: que hay una clasificación que dice que hay una posible asociación entre el glifosato y el linfoma no Hodgking. Se hicieron además tres informes localesque voy a intentar resumir así. Uno que dice que durante este tiempo no hay cómo establecer una asociación de agua y presencia de glifosato, excepto en la toma preaspersión. Por eso nuestro estudio es claro en dejar una pregunta: si no he fumigado y está alto el nivel de glifosato, ¿qué está pasando? Es curioso, pero creeríamos que viene del uso para limpiar cultivos, pero no por glifosato asperjado.

En el sistema de quejas lo único que se encuentra son unas afectaciones dermatológicas y gastrointestinales, y en el tercero, que hace el INC, se muestra que es difícil establecer una relación de prevalencia del linfoma no Hodgking entre las zonas con aspersión.

¿Y por qué no se mencionaron otros desenlaces a la salud que podría tener el glifosato durante la audiencia, siendo que la revisión de la literatura científica los menciona?

El que realmente tiene evidencia sólida es el linfoma no Hodgking, y es además en el que la OMS demuestra asociación. Puede haber más de 1.200 estudios sobre el tema, entonces lo que se hizo fue buscar los metaanálisis y centrar la conclusión en la suma de esos metaanálisis donde se determina que hay un nivel de evidencia sostenible. Los hallazgos que nosotros obtuvimos son concordantes con la OMS, pero esto no quiere decir que no haya efectos dermatológicos, o en otros tipos de cáncer, o efectos fetotóxicos. Pero cuando se agrupa la evidencia, lo que suma realmente es la evidencia sobre el linfoma no Hodgking.

Si su pregunta es por qué no citamos un listado grandísimo de afectaciones, es porque a la Corte lo que le interesa saber, y para lo cual aplicó el principio de precaución, fue entre la asociación del linfoma no Hodgking y la aspersión.

¿Nunca se trató de ocultar información?

Si no tuvieron acceso a la información, no sé por qué fue, porque entendí que ya se había entregado. Pero nunca se ha intentado y nunca hemos dicho mentiras en esto ni en nada. Y somos honestos en esto y en todo. ¿Qué pudiéramos estar escondiendo si estamos diciendo lo mismo que la Corte y la OMS?

¿Entonces por qué hay un documento que nos llega con el membrete de confidencial?

No conocemos esa versión, porque no es confidencial. Esa información es pública desde que se entregó a la Corte. Quizá quien lo mandó lo tenía así, porque aún era un documento de trabajo. Pero eso además es legítimo, estoy seguro de que ustedes no van a filtrar nada que están pensando o escribiendo hasta que salga publicado. Puede que les enviaran un documento de trabajo, un borrador.

Con esta evidencia y ante la incertidumbre científica, ¿en qué punto está el Ministerio de Salud?

En lo que expresó el ministro durante la audiencia. El principio de precaución tiene unas órdenes que hay que cumplir y lo que debemos hacer nosotros, desde el punto de vista de salud, es tomar unas decisiones para el momento en que se diga que eventualmente se pudiera empezar a asperjar. Hoy en Colombia, de 100 litros de glifosato que se usan, 95 son para agricultura y 5 para el programa de aspersión. Por eso hemos querido salir del debate sobre la sustancia, que está claramente asociada con el linfoma, como muchas otras en esta categoría.

Nuestro trabajo es orientado a minimizar o a eliminar esos riesgos. Para eso esperamos qué decisión toma la Corte.

¿Cuáles serían esos pasos o investigaciones a seguir?

Primero, vamos a adaptar una herramienta de la OMS, que es el protocolo de seguimiento a sustancias químicas en Colombia. Segundo, estamos trabajando en un protocolo de atención o de afectaciones agudas para saber cómo manejar las quejas, recibirlas y cómo será la ruta integral de atención si alguien pone una queja. Lo tercero es una investigación para conocer los efectos en donde opere el programa, que será una investigación larga.

Foto: Archivo El Espectador.

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