La predominante presencia de los contenidos convencionales de ciencias naturales dentro de los currículos en las escuelas de este departamento ha invisibilizado las cosmovisiones indígenas acerca de la naturaleza.
En una revisión a los proyectos educativos institucionales (PEI) de cuatro instituciones del área urbana de San José del Guaviare y una rural, en ninguna se encontraron las palabras “etnoeducación” o “intercultural”, lo que demuestra que a los estudiantes de diferentes culturas no se les está educando en la interculturalidad.
Esta es parte de la situación identificada por Frank Edisson Arias Beltrán, magíster en Educación de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), quien en sus diez años de experiencia como docente de física en comunidades indígenas ha sido testigo de primera mano de esta situación.
En este departamento, con el 5,9 % de población afrodescendiente y 4,3 % indígena, según datos DANE, todavía tienen presencia seis de las 14 familias lingüísticas de Colombia: arawak (curripaco), caribe (carijona), guahibo (sikuani, guayabero o jiw), maku (puinave y nukak), tukano (carapana, cubeo, desano, piratapuyo, siriano, tukano y wanano) y saliba (piraroa).
El magíster también consultó los cuadernos de Ciencias Naturales de los estudiantes, y observó que ninguno integra saberes ancestrales indígenas, a pesar de la gran cantidad de alumnos pertenecientes a alguna etnia.
“Los profesores nos vemos obligados a dictar un tipo de ciencia –que en la investigación llamamos ‘euroamericana’– pero casi nunca tenemos en cuenta que el conocimiento de los indígenas también es válido y que se invisibiliza”, manifiesta el docente, quien a través de la investigación de su tesis propone entablar un diálogo de saberes.
Señala además que en todo el departamento solo hay cuatro centros educativos reconocidos como indígenas: el Centro Indígena Caño Negro I, la Institución Educativa Indígena Panuré, el Centro Educativo Indígena Morichal Viejo, y el Centro Educativo Indígena el Itilla, es decir que solo un 1,63 % de las instituciones departamentales son etnoeducativas.
Y advierte que su cuestionamiento no pretende descalificar la ciencia euroamericana u occidental ni señalar qué conocimiento es mejor o tiene más validez: “la propuesta consiste en realizar currículos interculturales que respondan a la diversidad que alberga el Guaviare”.
Diálogo de saberes
Según el Sistema de Información de Matricula Territorial (SIMAT), en 2016 la población indígena escolarizada del Guaviare era de 1.913 individuos, y la de afrocolombianos era de 381, entre los 18.797 estudiantes de todo el departamento. De los 244 planteles educativos, 103 cuentan con al menos un educando indígena, y 58 con al menos un afrodescendiente.
El planteamiento del investigador apunta a entablar un diálogo de saberes que actúe como un puente en el que coexistan el pensamiento indígena y aquel proveniente de la euroamericanización.
Este puente se concibe como una estrategia en la que todos pueden participar, es interactiva, comunicativa, de legitimación y de análisis crítico, y por medio de ella se pueden explicar los fenómenos de la naturaleza desde diversas miradas y conformar una comunidad educativa intercultural.
“Indudablemente son conocimientos diferentes, pero solo por el hecho de que sean diferentes no significa que no sean válidos”, reitera el magíster, quien propone aterrizar esta perspectiva en el trabajo cotidiano de las instituciones educativas de la zona, en las que se extiende la amplia diversidad étnica del departamento, con la participación de sus familias.
Además propone, desde su estudio, reorientar la educación con miras a construir los peldaños de una formación intercultural en el departamento del Guaviare, para lo cual “tenemos que reformar y mirar los currículos, que aunque digan que son contextuales, en la realidad no se está dando”, concluye.
Por Agencia de Noticias UNAL