Tras 8 años de trabajo, en la COP16 se logró concretar una vieja promesa: que comunidades locales y pueblos indígenas pasen a ser un grupo de trabajo permanente del Convenio de Diversidad Biológica. Las negociaciones, por el momento, continúan.

La última plenaria de la COP16 parecía una fiesta en las últimas horas del viernes 1 de noviembre. A medida que la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, le daba a la palabra a los delegados de los países, se oían aplausos en la sala Amazonas del Centro De Eventos Valle del Pacífico, que fue adaptado como Zona Azul.

“Es un gran logro”, dijo el delegado de Australia cuando tomó la palabra. “Quiero empezar felicitándolos. Es un verdadero hito”, añadió luego el representante de Zambia. “Es una deuda que teníamos desde hace mucho tiempo”, señaló después el vocero de Nueva Zelanda.

Mientras los representantes manifestaban su posición, Muhamad sonreía. Una de las grandes apuestas que había hecho cuando asumió la presidencia del Convenio de Diversidad Biológica (CBD), estaba concretándose: que las comunidades locales y los pueblos indígenas pasen a ser un grupo de trabajo permanente en las negociaciones del Convenio y que sean asesor de la Secretaría.

Para decirlo en palabras más técnicas: de ahora en adelante son un órgano subsidiario. Hasta el momento solo eran un grupo de trabajo del popular artículo 8 (j) del CBD, creado hace 32 años, en 1992.

Hasta ahora, solo había dos órganos de trabajo permanente: el de Implementación, y el de Asesoramiento Científico, Técnico y Tecnológico. Además, al tener ese nivel ahora contarán con recursos permanentes para sus reuniones, a diferencia de cuando eran un grupo de trabajo y dependían de donaciones ocasionales.

Así lo había explicado Lakpa Nuri Sherpa, coordinador regional para Asia del Foro Internacional Indígena para la Biodiversidad (IIFB, por su sigla en inglés), un par de días atrás: “no se trata solo de un artículo, sino de los millones de indígenas, mujeres y jóvenes de todo el mundo que tienen una conexión con este artículo”.

“Esta es una ocasión sin precedentes en la historia de los acuerdos multilaterales sobre la biodiversidad. Este nuevo órgano subsidiario es un referente para el resto del mundo en el que las partes reconocen la necesidad continua de nuestra participación seria y efectiva para cumplir los objetivos y los convenios”, aseguró Camila Paz Romero, vocera de los pueblos indígenas en la plenaria.

El otro gran cambio es que su mandato será asesorar al Convenio, a los otros órganos subsidiarios, y a los dos protocolos que se han alcanzado bajo el CDB: el de Cartagena (sobre seguridad de la biotecnología) y el de Nagoya (sobre el acceso a los recursos genéticos y la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de su utilización).

Viviana Figueroa, indígena humahuaca de Argentina, explica que la propuesta de crear el órgano subsidiario empezó a discutirse en la COP13, que se celebró en Cancún (México) en 2016. Desde entonces, temas como su mecanismo de funcionamiento y financiación habían sido ampliamente discutidos y negociados, por lo que, desde la organización que coordina Figueroa, el IIFB, esperaban que en Cali finalmente se tomará la decisión sobre su creación.

Sobre su funcionamiento, todavía no hay mucha información. Lo que se ha pedido en esta sesión plenaria, es que para la COP17, que se celebrará en Armenia en 2026, se presente un documento en el que se exponga cómo funcionará, para que pueda ser sometido a discusión y pueda adoptarse.

Sin embargo, una de las propuestas que está sobre la mesa es que el órgano subsidiario tenga dos copresidentes: uno de ellos será nominado por los países del grupo regional que tenga el turno de hacerlo, y el otro será nominado por los representantes de los pueblos indígenas y las comunidades locales. Al menos uno de ellos deberá ser de un país en desarrollo y se espera que se tenga en cuenta “el equilibrio de género”, según se lee en uno de los documentos del Convenio.

Aunque el Convenio y el reciente Maco Global de Biodiversidad (MMB) reconocían y resaltaban a los pueblos indígenas y las comunidades locales como custodios de la biodiversidad, estos consideraban que era insuficiente. Después de todo, argumentaban los indígenas, a pesar de ocupar una cuarta parte de la tierra, albergan y protegen el 80 % de la biodiversidad mundial, como identificó un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) hace unos años.

Reconocimiento de las comunidades afro, otro logro de la COP16

Además de haber sacado adelante la propuesta de que los pueblos indígenas y las comunidades locales pasen a ser un grupo de trabajo permanente, en la COP16 también se logró concretar una propuesta que Colombia y Brasil estaban impulsando: que los pueblos afrodescendientes fuesen reconocidos en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) como parte fundamental en la conservación de la naturaleza.

La propuesta había sido apoyada desde el inicio por Brasil, pero había generado tensiones con las delegaciones de los países africanos. Después de conversaciones y de la intervención de la vicepresidenta Francia Márquez, las discusiones se lograron destrabar. Al final, los 196 países que hacen parte del CDB estuvieron de acuerdo en reconocer el rol de los afrodescendientes en el Convenio y en el Marco Mundial de la Biodiversidad.

“Es un momento histórico de la implementación y el reconocimiento a los saberes de los afrodescendientes por la protección de la biodiversidad”, dijo el Canciller Luis Gilberto Murillo, quien representa a Colombia en las negociaciones de la COP16.

Márquez también se pronunció luego de conocer la noticia: “¡Lo logramos! Gracias al liderazgo de Brasil y Colombia logramos que el mundo reconozca las acciones y contribuciones de los afrodescendientes en el marco del Convenio de Diversidad Biológica (CDB). Esto es un hecho histórico, un acto de justicia étnico-racial”, apuntó en su cuenta de Twitter.

¿Qué implica este reconocimiento explícito en el Convenio? Varias cosas. Por un lado, al ser nombrados de manera independiente, se acepta que tienen una relación ancestral con su territorio y que desempeñan un papel crucial en la protección y conservación de la biodiversidad, así como “en la implementación de estrategias y planes de acción nacionales sobre biodiversidad”, se lee en el documento que fue aprobado en la plenaria de la COP16.

Por otra parte, este reconocimiento también implica que podrán, en el futuro, acceder a fondos relacionados con la protección de la biodiversidad. El documento señala de esta manera: se invita a “otros gobiernos y organizaciones pertinentes a que, de forma voluntaria, consideren la posibilidad de proporcionar apoyo financiero y mejorar la creación de capacidad para proteger los conocimientos, las innovaciones y las prácticas compartidos de los afrodescendientes”.

Además de eso, el Convenio alienta a los países a que incluyan en sus informes nacionales las contribuciones de los afrodescendientes en la protección de la biodiversidad. Si quiere saber más detalles de esta decisión, lo invitamos a leer este artículo.

Sobre el autor

Sergio Silva Numa

Escribe sobre salud, ambiente y ciencia en El Espectador.

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César Giraldo Zuluaga

Periodista de la sección Vivir de El Espectador. Aborda temas de salud, ciencia, educación y, principalmente, medio ambiente.

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