Después de 14 años de estudio, los miembros de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza han aprobado este territorio ancestral por sus valores naturales y culturales. La zona de Pimachiowin Aki de Canadá es otro de los recomendados.
En lo corrido del año los miembros de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) se han dedicado a evaluar una lista de amplios territorios propuestos internacionalmente como Patrimonio Mundial. Hasta ahora, en la séptima evaluación de estos, la organización ha aprobado dos por cumplir con todos los criterios sobre valores naturales y culturales. Uno de ellos es el Parque Nacional Chiribiquete, en pleno centro de la Amazonía colombiana.
El anuncio cae de perlas para el Gobierno luego de que el presidente Juan Manuel Santos ordenara hace tres meses su ampliación. Pasar de 2,8 millones de hectáreas protegidas a casi 4,3 millones de hectáreas. Esto lo convertiría en una de las reservas más importantes del mundo.
Aunque la intención de proteger Chiribiquete se debe también al valor cultural que habita en él. En ese lugar, rico en diversidad de aves, anfibios y mamíferos, viven comunidades indígenas y hasta grupos aíslados de la civilización por voluntad. Estas comunidades, confiados de la riqueza natural del Parque, consideran su hogar un sitio ancestral para los jaguares. Especies como el puma, el delfín rosado y el tapir amazónico, engrosan la lista de animales emblemáticos para el mundo.
Por eso este territorio ya había sido estudiado por la UICN hace más de 14 años. En ese momento, las condiciones en las que estaba Chiribiquete debido al conflicto armado lo habían rajado en la evaluación. Sin embargo, la nueva recomendación parece darle el visto bueno gracias al acuerdo de paz firmado en el país.
Junto a este parque, los expertos seleccionaron a la zona de Pimachiowin Aki de Canadá como Patrimonio Mundial. Este territorio, clasificado igualmente como «mixto», está compuesto por tierras ancestrales de cuatro Primeras Naciones Anishinaabe y tres áreas protegidas provinciales, que abarcan 2,9 millones de hectáreas en el Escudo Boreal del país norteamericano.
El nombre de esta área protegida significa «la Tierra que da vida». Una inscripción originada de más de 7.000 años de relación de profundas conexiones entre las personas y la tierra. El lugar ha sido gobernado por las comunidades indígenas que lo habitan, quienes han liderado una gestión de sus recursos naturales a lo largo del tiempo.