Nina Gualinga, una líder indígena del Pueblo Kichwa de Sarayaku, en la Amazonía ecuatoriana, fue galardonada con el International President’s Youth Award (Premio Juvenil de Conservación) de 2018, otorgado por WWF.
Gualinga ha estado en el centro de la lucha por la conservación de la Amazonía desde que tenía 8 años. “Recuerdo a mi padre diciéndome que sin la selva a la que pertenecemos, sin el Amazonas, el mundo no respiraría. Desde ahí comencé a ser líder”, dice.
Su comunidad, de aproximadamente 1.250 personas, se asienta en un territorio de 135.000 hectáreas, en su mayoría bosques vírgenes. Según un informe de la FLACSO, desde la década de los cuarenta, el interés de distintas petroleras se ha concentrado en esta zona de las selvas ecuatorianas. Esa década, Shell Global hizo estudios de sísmica, y en 1989, el gobierno ecuatoriano les concesiona el Bloque 10. “Nos damos cuenta de que si no aseguramos el territorio no podemos defendemos contra las petroleras”, dice un líder en el informe.
En 1996, ese gobierno concesionó tierras del pueblo Sarayaku a la Compañía General de Combustibles (CGC) de Argentina sin realizar consulta previa, y los Kichwa de Sarayuku hacen una multitudinaria marcha hasta Quito para rechazar la decisión. En ese entonces, Gualinga era niña todavía, pero desde ese año ha estado vinculada a la defensa de ese territorio. Entre 2002 y 2004, 1.4 toneladas de explosivos conocidos como pentolita fueron enterrados en la selva como parte de las actividades de exploración.
“La primera vez que (los funcionarios de la petrolera) intentaron negociar con los indígenas de Sarayaku, la oferta era de 10.000 dólares. Si haces una matemática simple, eso eran 10 dólares por persona”, recuerda Nina en un documental de The Guardian en el que se narra cómo su comunidad construyó una canoa para navegar el río Sena (París) y atraer la atención sobre los problemas de explotación en la Amazonía ecuatoriana.
En 2012, la CIDH le ordenó a Ecuador retirar la pentolita, pero el mapa que los habitantes de Sarayaku presentaron ante esa Corte, apoyados de imágenes satelitales y fotografías recogidas en campo, demuestra que muchas toneladas siguen enterradas, y que otras concesiones petroleras los afectarán en el futuro porque, como sucedió en los noventa, temían que se volvieran a deforestar terrenos, árboles y plantas de importancia cultural para ellos, según contó El País de España. Con solo 18 años, fue una de las representantes en la audiencia, que se llevó a cabo en Costa Rica. (Lea también: Si puede ver su casa desde Google Earth, puede monitorear la deforestación en Colombia)
El 2 de diciembre de 2016, el pueblo Kichwa, de Sarayuku, Amazonía ecuatoriana, se presentó frente a la Corte Interamericana de Derechos Humanos para una audiencia de seguimiento a la sentencia contra el gobierno Ecuatoriano por violar los derechos de los Kichwa, y la CIDH volvió a fallar a su favor.
“Si tú miras los lugares de la Amazonia ecuatoriana en donde se está sacando petróleo, son los mimos lugares en donde la gente vive en terribles condiciones de salud, sin educación, son las regiones más pobres”, dice Gualinga en un video de Amazon Watch. “Somos un dolor de cabeza para el gobierno. No puedes justificar el abuso de los derechos humanos con argumentos económicos”, dice riendo.
Hace dos semanas, marchó hacia Quito y desde el lunes 12 de marzo, durante una semana, ella y otras 120 mujeres amazónicas resistieron una vigilia en demanda de atención del presidente de Ecuador, Lenin Moreno, según el medio digital Ojo Verde Ecuador.
Ellas exigían una audiencia con el Primer Mandatario y al final consiguieron que las recibiera para entregarle el Mandato de las Mujeres Amazónicas. Este tiene 22 planteamientos, en especial en rechazo al extractivismo (petróleo y minería) en las selvas del Ecuador.
La Agencia Energética Internacional ha dicho que si queremos evitar que las temperaturas globales aumenten, al menos la mitad de los recursos disponibes de carbón y petróleo deberían permanecer bajo tierra. “Por eso esto es un problema global, no únicamente local”, manifestó en una entrevista.
Al entregarle el premio en Cartagena, el presidente de WWF, Pavan Sukhdev, reconoció “los incansables esfuerzos” de la joven líder del Pueblo Kichwa Sarayaku, por proteger la naturaleza y las comunidades de la Amazonía, “en una época donde la región se encuentra amenazada como nunca antes debido a la explotación y el uso insostenible de los recursos”.
Madison Pearl Edwards, de Belice, fue otra de las ganadoras. Con 12 años, ha abogado durante los últimos tres años por la protección del arrecife de coral de Belice, el segundo sistema de arrecife más grande del mundo.