Los pozos poco profundos cavados en la cuenca para evitar beber de los ríos contaminados contienen agua que supera hasta 70 veces el límite recomendado de arsénico. Esto afirma un estudio preliminar.
Por AFP
Las muestras tomadas en 250 lugares del Amazonas en el primer gran análisis realizado en los pozos de la región revelaron además niveles peligrosos de manganeso y aluminio, señalaron los expertos en una conferencia en Viena.
«Debido a los ríos contaminados, muchas comunidades rurales echan mano del agua subterránea», indicó a la AFP la jefa de los investigadores, Caroline de Meyer, científica del Instituto Federal Suizo de Ciencia y Tecnología Acuáticas.
«En algunas zonas de la cuenca del Amazonas, el agua subterránea contiene estos elementos en concentraciones potencialmente dañinas para la salud humana», añadió.
«La contaminación no debería ser subestimada».
Los niveles de manganeso detectados eran hasta 15 veces superiores a los límites recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los de aluminio, tres veces.
La presencia de estos elementos se debe a causas naturales y no a la contaminación industrial.
La exposición crónica al arsénico está ligada con el cáncer de hígado, riñón y vejiga, así como con enfermedades cardiovasculares. También se asocia con abortos espontáneos, poco peso al nacer, y problemas de desarrollo cognitivo en niños.
En Bangladés, donde este problema es conocido desde hace décadas, se calcula que provoca unas 40.000 muertes prematuras al año.
El manganeso a dosis tóxicas es susceptible de causar daños neurológicos permanentes, mientras que los efectos de una exposición continua al aluminio son menos conocidos.
Las comunidades rurales de la cuenca del Amazonas han dependido tradicionalmente de los ríos y la lluvia para cubrir sus necesidades de agua. Pero el incremento de la contaminación a raíz de la minería, la explotación forestal y las actividades industriales les llevó a cavar pozos.
– Azar químico –
«Tomamos muestras de pozos que tienen más de 20 años y otros recientes de un par de semanas», dijo De Meyer en la reunión anual de la Unión Europea de Geociencias.
El trabajo de campo, llevado a cabo junto a investigadores peruanos y brasileños, se centró en medir las concentraciones químicas sin examinar los impactos en la salud.
«No podemos decir cuánta gente está afectada», dijo De Meyer.
Se requieren muchos más datos para identificar los lugares donde losniveles de toxicidad son especialmente altos y las áreas altamente dependientes de los pozos, agregó.
Las consecuencias de ingerir arsénico pueden tardar años en ser visibles, incluso décadas. Y en la región, el nivel de concienciación sobre este problema es muy bajo.
Por una pura cuestión de azar químico, el grado de intoxicación quizás haya sido mitigado por el hecho de que el agua contaminada con arsénico también contiene a menudo hierro, lo que hace que esta sea de color rojizo.
En ese caso, la gente suele dejarla reposar para que las partículas -incluidas las de arsénico-, bajen hasta el fondo.
Los hallazgos presentados en Viena son preliminares y serán presentados formalmente en una publicación científica durante el año, según De Mezer.
La cuenca del Amazonas, drenada por el río Amazonas y sus afluentes, cubre unos 7.500.000 km2 y se extiende por ocho países.