Un estudio advierte sobre los elevados niveles de deforestación que ha sufrido la selva amazónica de Bolivia desde el año 2000, y lo relaciona con la carretera que Evo Morales anunció el año pasado y que atravesaría el parque TIPNIS
Por Helena Calle. Foto de Samy Schwartz
De nuevo, el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Secure, más conocido como TIPNIS, vuelve a dar de qué hablar en la Amazonía.
En agosto de 2017, el presidente boliviano Evo Morales y el Senado (en su mayoría del Movimiento Al Socialismo, el partido de Morales) se aprobó una controvertida ley que anuló la condición de “intangibilidad” que había ganado el TIPNIS después de dos masivas marchas indígenas en 2011 y 2012, que recorrieron a pie los 600 kilómetros que hay desde el Parque hasta La Paz, en Bolivia.
10 días después del levantamiento de la intangibilidad, Morales anunció la construcción de una polémica carretera de 300 kilómetros de largo que conectaría la ciudad de Trinidad con Cochabamba, y que pasaría en medio del parque, afectando de una u otra forma este “hotspot” de biodiversidad y hogar de 14.000 personas, en su mayoría indígenas.
Casi 6 meses después del anuncio, un estudio publicado en la revista Current Biology esta semana, advirtió que el icónico TIPNIS perdió 46.000 hectáreas de bosque entre 2000 y 2014.
Según los investigadores de la Universidad de Helsinki (Finlandia) y de la Universidad Mayor de San Andrés (Bolivia), hay un aspecto que generalmente se pasa por alto es que el TIPNIS ya está sujeto a niveles alarmantes de deforestación dentro de sus fronteras habiendo perdido el 3.6% del Parque entre 2000 y 2014. “El 58% de la pérdida de bosques se ha producido dentro de los 5 kilómetros de carreteras preexistentes”.
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El debate continúa
El área del mapa es el polígono 7, que equivale a casi el 12% del Parque, y es la única sección del parque que no se superpone con los territorios titulados a las comunidades indígenas del Parque, sino que es habitado por migrantes de tierras altas que se asentaron en el área en los años ochenta, según la investigación. “En línea con el creciente fenómeno de deforestación para el cultivo de coca visto a través de muchos bosques tropicales en América Latina, el cultivo de coca por los colonos andinos es un lugar común en el polígono 7 y se expande rápidamente hacia otras áreas del parque”, se lee en el documento.
Este estudio se suma a otros que advierten sobre los efectos que puede tener la carretera. En 2011, el Instituto Boliviano de Investigación Estratégica descubrió que el camino aceleraría la deforestación al aumentar el acceso al territorio de madereros y granjeros ilegales. Se predijo la deforestación del 64% del parque dentro de los 15 años si se construye la carretera, más que una pérdida proyectada del 43% sin la carretera, que tampoco es una cifra alentadora.
Según Patricia Molina, directora del Foro Boliviano sobre Medio Ambiente y Desarrollo, “la carretera proyectada atraviesa la zona núcleo y no vincula comunidades, es sobre todo una carretera de penetración, por lo que la reciente ley aprobada ha legalizado la construcción de tres puentes con lo que la presión por avasallamientos cocaleros se facilitará”.
Otra investigación, el Estudio de Impacto Ambiental del Tramo 1 (teniendo en cuenta que ya está construido y que la carretera se divide en tres tramos, el 2 siendo el que atraviesa el TIPNIS), proyecta 13.500 familias de colonizadores en el TIPNIS. “Las fricciones entre colonizadores e indígenas son el resultado de altas expectativas de colonizadores de ocupar mayores territorios en el parque para un mayor aprovechamiento económico de recursos naturales, acceso a tierras de cultivo principalmente para la expansión de la frontera agrícola de la hoja de coca”.
Quienes se oponen a la carretera dicen que abrirá paso a la minería, la exploración de gas, y sobre todo, a madereros y a cultivadores de coca que apoyan a Morales. De acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito, los cultivos ilegales de coca en Bolivia aumentaron en un 150% de 2015 a 2016. YComo signatario del Convenio sobre la Diversidad Biológica, Bolivia se ha comprometido a conservar al menos el 17% de su superficie terrestre para 2020 a través de una red de áreas protegidas efectivas. Sin embargo, con altas tasas de deforestación y frente al auge de la exploración de hidrocarburos y la coca, Bolivia está luchando por lograr este objetivo.