Ellos aún mantienen mucho de sus costumbres, su lengua, sus rituales, su cultura intacta. Excepto la práctica que los transformó en uno de los pueblos indígenas más temidos de la Amazonia: la de cortar la cabeza de los enemigos vencidos en guerras.
Hoy, como algunos dicen, «…ya son mansos», mantienen una postura diplomática y estratégica en la política y en sus acciones para llamar la atención a la población brasileña y mundial sobre los grandes emprendimientos en la Amazonia que impactan a la cultura de la nación Munduruku.