Ocho organizaciones que trabajan por la Amazonia publican una carta abierta sobre la situación de emergencia que enfrenta la región.

Gaia Amazonas, el Instituto de Pesquisa e Formação Indígena, la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), Wataniba, Naturaleza y Cultura Internacional, Instituto del Bien Común, Ecociencia y GSBE, todas organizaciones que trabajan por la protección de la Amazonía y conforman la Alianza Noramazónica, publicaron una carta abierta en la que analizan la situación actual de la región.

Esta es la carta:

La Amazonia está en llamas y el silencio ya no es una opción. El panorama es preocupante:

Datos recientes de la NASA confirman que entre los meses de enero a agosto del 2019 se han presentado más de 85,000 fuegos en el sur de la Amazonia, la mayoría de ellos en Brasil, Bolivia y Perú, respectivamente. Aunque los incendios no se realizaron en su totalidad sobre bosques en pie, parte del área quemada corresponde a áreas transformadas en años anteriores para actividades agropecuarias, y se ha encontrado que al menos en Brasil, los municipios que sufrieron las mayores tasas de deforestación en lo que va de este año son los mismos que han experimentado la mayor cantidad de fuegos. Según el último reporte de MAAP (Monitoring of the Andean Amazon Project), en los primeros meses del año, fueron taladas más de 56,000 hectáreas de bosques en los estados brasileros de Amazonas, Pará y Roraima y se ha comprobado que los fuegos son incendios provocados no solo como una forma de manejo de rastrojos y preparación de tierras para nuevos cultivos, sino que también se usan para consumar las talas ilegales y la deforestación, afectando también territorios indígenas y áreas protegidas. (Imagen: Deforestación en la Amazonia peruana en la región Madre de Dios, AFP). 

Aunque diferentes territorios amazónicos tienen distintos regímenes climáticos, y en sus épocas secas son recurrentes los incendios, es la primera vez que el aumento de las quemas está directamente relacionado con un aumento significativo en la deforestación, estimulado por la política del gobierno de Brasil, la cual ha debilitado y deslegitimado la institucionalidad socioambiental, disminuido los mecanismos de control y monitoreo de la deforestación, promovido la explotación desmesurada de los recursos del bosque, motivado la ocupación de tierras indígenas y el desconocimiento de sus derechos fundamentales. 

Al día de hoy, el 17% del bioma Amazónico se encuentra deforestado y reportes académicos advierten que, si la deforestación alcanza un 25%, el bosque amazónico comenzará un proceso de sequía irreversible. La evidencia científica actual nos demuestra que la destrucción continua de los bosques tropicales está interrumpiendo los movimientos de agua en la atmósfera como nunca antes se había visto, afectando el ciclo hídrico global y la regulación del clima planetario lo que traerá consecuencias potencialmente catastróficas para la vida en la tierra.

Por esta razón, la Alianza Noramazónica, integrada por organizaciones de la sociedad civil de larga trayectoria que trabajan junto con gobiernos y grupos indígenas para consolidar la conectividad ecosistémica y sociocultural de la región norte de la Amazonia  – considerada el bosque tropical continuo en mejor estado de conservación en el mundo – se une a aquellos que han alzado la voz para informar sobre las complejas causas de los incendios y oponerse a las políticas que atentan contra la integridad de la Amazonia y sus culturas. (Imagen: Un indígena Tikuna al lado de las banderas de Colombia y Bolivia durante el encuentro presidencial en Leticia).

Entendemos que los incendios actuales no son un hecho aislado y que la presente situación obedece a la geopolítica regional y a la puesta en marcha de visiones de desarrollo y progreso que desconocen las múltiples dinámicas socioculturales y ecológicas de la Amazonía. De acuerdo con el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais – INPE la deforestación de la selva amazónica en Brasil aumentó en un 88,4 % en junio de 2019 respecto al mismo mes del año anterior y esta tendencia es una situación que, desafortunadamente, viene presentándose desde hace varios meses, no sólo en Brasil sino en otros países amazónicos. El incremento acelerado del ritmo de la deforestación de la región está relacionado al acaparamiento de tierras y abre el camino para la construcción de grandes proyectos de infraestructura –como vías e hidroeléctricas– y para el aumento de prácticas extractivas que generan altos impactos socioambientales –como la minería e hidrocarburos, por ejemplo. 

Una conservación integral de la selva amazónica, que asegure que el bioma nos siga brindando beneficios ecosistémicos a los países que lo integran y al mundo entero, requiere que los gobiernos tomen medidas inmediatas para contener los incendios, muchos de ellos provocados por acciones ilegales, en tierras públicas y zonas de reserva forestal, afectando además territorios indígenas o áreas designadas para la conservación o uso sostenible de los recursos forestales. 

Por lo tanto, la Alianza Noramazónica saluda al Pacto por la Amazonía firmado por los gobiernos de la cuenca en Leticia (Colombia) y celebra la iniciativa de los Presidentes de reactivar las instancias de cooperación intergubernamentales existentes para la región. Así mismo, hacemos una invitación a que los acuerdos del Pacto se traduzcan a acciones concretas para promover políticas acordes con el contexto amazónico, construidas con la participación de sus pueblos, que estimulen la generación de economías verdes y sostenibles, la conectividad ecosistémica y gestión integrada de sus paisajes, la protección de la biodiversidad y el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y comunidades locales de la Amazonia. (Imagen:  Áreas deforestada en la Amazonia de Bolivia, específicamente en San Jose de Chiquitos in Santa Cruz).

La alianza hace un llamado a los gobiernos de la cuenca a seguir cooperando entre sí, a tomar medidas integrales para reparar la situación actual y conformar plataformas permanentes de colaboración para garantizar que el bosque pueda protegerse y beneficiar a sus habitantes. Igualmente, invitamos a la comunidad internacional y a los países miembros del G7 a incentivar prácticas comerciales y políticas económicas que promuevan una visión de la naturaleza que vaya mas allá de extracción de recursos no renovables para ser aprovechados, y se reconozca el valor del bosque en pie.

En este escenario, los integrantes de la Alianza Noramazónica decidimos actuar para evitar la destrucción del área de mayor biodiversidad del planeta y uno de los sistemas de regulación climática más importantes del mundo. Por lo tanto, resaltamos nuestra convicción de unirnos como red para fortalecer el intercambio de los resultados exitosos de nuestro trabajo en terreno con el fin de traer prontas soluciones a los retos presentes de la Amazonia.

Seguiremos con nuestro compromiso de apoyar iniciativas de conservación y manejo integrado de los paisajes amazónicos a través de instancias de gestión transfronteriza gestionadas por la sociedad civil y reconocidas por los gobiernos de la cuenca. Así mismo, ponemos a disponibilidad de la región nuestro conocimiento y capacidad técnica para apoyar a los pueblos que históricamente han venido trabajando para que hoy tengamos una 45% de la Amazonia bajo protección.

Entendiendo que la región amazónica tiene que ser manejada como un sistema en el cual también participan las culturas que la habitan, hacemos un llamado a reconocer que la salvaguardia del bioma amazónico solo es posible si gobiernos, pueblos indígenas, comunidades locales, organizaciones de la sociedad civil e institutos de investigación, trabajamos juntos.

Foto: Un indígena Huitoto de Colombia fotografiado antes de la reunión presidencial que tuvo lugar el 5 de septiembre en Leticia. AFP

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