La Amazonia es una de las regiones más frágiles ante la pandemia global del coronavirus. Sin embargo, su población se prepara para enfrentar el brote, como lo ha hecho con otras enfermedades. Pablo Martínez, que trabaja como médico en la Amazonia colombiana hace dos décadas, comparte las preocupaciones del sector salud al sur del país.

Por Helena Calle

La Amazonia es una de las regiones más frágiles ante la pandemia global del coronavirus. De acuerdo con las proyecciones del Ministerio de Salud, los departamentos amazónicos son de los que están menos preparados. Solo en cuanto a camas, los seis departamentos amazónicos están quedados. En Vaupés hay 12 camas de cuidados intensivos; en Guainía, 44; en Guaviare, 106; en Putumayo, 492; en Caquetá, 671; en Amazonas 167 y en Meta, 2.081. (Lea también: Hospitales de Colombia: preparándose para un enemigo casi de ciencia ficción)

También, la Amazonia colombiana es zona de frontera con Perú, Ecuador y Brasil. Las comunidades indígenas ya están haciendo planes de contingencia propios para enfrentarse al nuevo coronavirus, de la mano del gobierno o de manera independiente. Por ejemplo, desde el 16 de marzo, las 24 áreas protegidas del país sellaron su entrada y suspendieron sus servicios de ecoturismo. Muchos resguardos también prohibieron la entrada a sus territorios sin autorización.

Por otro lado, los pueblos en aislamiento voluntario tampoco están exentos del peligro (a pesar de estar, pues, aislados permanentemente). Hace un mes, los guarda parques de parques con presencia de aislados, como el Parque Río Puré (Amazonas), PNN Cahuinarí (Amazonas) y PNN Chiribiquete (Caquetá, Amazonas) fueron expulsados por disidencias de las FARC que operan en esos territorios, dejando a esa población relativamente desprotegida. No solo el coronavirus, sino la presencia de personas ajenas (por lo general mineros ilegales de oro y grupos religiosos evangelizadores) podrían ponerlos en riesgo, incluso aún más que el virus. (Guardaparques salen de áreas protegidas de la Amazonia por amenazas)

Para entender los posibles escenarios en caso de la llegada masiva del coronavirus a la Amazonia colombiana, hablamos con Pablo Martínez, médico con más de 20 años trabajando en la región, antropólogo, y partícipe de la formulación de los planes de salud indígenas de la Amazonia.

¿Cuál es el temor para médicos como usted que trabajan en esta región?

Básicamente, la capacidad de respuesta en Amazonia es mínima. Uno de los grandes problemas es que no tienen acceso para contener su sintomatología. Responder depende de recursos locales, que son muy pocos, y en territorios indígenas, depende de los conocimientos tradicionales y ya. En caso de que se presenten situaciones de gravedad con el Covid-19, ningún hospital en la Amazonia tiene Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).

También hay otra cosa y es que la población está ampliamente dispersa, el acceso a los servicios de salud les juega en contra, y aún si logran llegar, los servicios de salud no están preparados. Van a remitir a los pacientes a Pasto o a Villavicencio y Bogotá, en donde también todo estará colapsado para el momento en que la epidemia llegue con fuerza a la Amazonia. Eso nos preocupa.

¿Y en cuanto a disponibilidad de medicamentos? ¿Temen que haya un desabastecimiento de medicamentos como la cloroquina, el antimalárico que están probando como tratamiento para el COVID-19?

En la Amazonía desde antes había un desabasteciminto de la cloroquina, la hidroxicloroquina y todos sus derivados que funcionan como antimaláricos. Si bien han mostrado efectos en la reproducción del virus no son concluyentes. Pero como antimaláricos si funcionan y son medicinas vitales en estas regiones, así como los sueros antiofídicos. El temor es que las pocas existencias de estos medicamentos se vayan al mercado negro local o se repartan como tratamientos en departamentos donde la población es mayor y la contingencia del coronavirus es más numerosa, así que en estos lugares en donde también puede haber coronavirus, la malaria será la causa de muerte.

La Amazonia tiene una nutrida experiencia a la hora de enfrentar enfermedades como la influenza, la tuberculosis o la malaria, ¿qué han aprendido los pueblos amazónicos que pueda aprender el resto de Colombia?

Bueno, las epidemias en la población amazónica han salido muy mal. El caso nukak es el más claro. Entre 1985 y 1986 varios indígenas salieron de su aislamiento voluntario a las cabeceras de municipios de Guaviare por minas antipersonales y por enfermedades desconocidas que los asediaban. Cuando salieron eran 3.000 y 10 años después quedaban solo 600 nukak. La gripa se ensañó con esa población, y en particular con los viejos, que son los mayores sabedores, los que garantizan la supervivencia cultural. La gran riqueza de la que habla Mark Plotkin, y Wade Davis, y Martin von Hildebrand. Esa. Si se pierden las vidas de los más viejos en Amazonia –como está pasando en el mundo por el coronavirus– será muy peligroso mantener vivas esas culturas. (Lea también: 115.000 familias indígenas están en riesgo de contraer COVID-19) 

El otro riesgo es el tema de los aislados. Esta población está en un riesgo de genocidio tremendo si llegan a contactarlos. En cuanto al resto de la población iondígena, yo creo que la Amazonia puede llegar a poner muchos más muertos, proporcionalmente, que la sociedad mayoritaria, igual que otras regiones como el Pacífico colombiano.

¿Qué enseñanzas les han dejado los brotes más recientes de malaria y Zika, como en 2015?

Colombia no ha vivido esto, pero en esta región pasa cada 20 años, y cada vez ese espacio de tiempo se cierra. He estado en cuatro o cinco brotes de enfermedades endémicas como el dengue y la malaria, y ya sabemos cómo hacer aislamiento preventivo, cómo aislar malocas y demás. Hace un par de años vimos enfermedades desconocidas de carácter respiratorio y gastrointestinal. Posiblemente sea la variación de una cepa de estos virus respiratorios parecidos al coronavirus, y no hubo cómo responder a eso en su momento. (Indígenas, una población vulnerable que también se prepara para enfrentar el nuevo coronavirus)

¿Qué tan fácil es aislar a la Amazonia para que no entre el coronavirus?

La Amazonia no está aislada. Cada vez es más difícil cerrar las vías de acceso a un departamento. También hay que discutir el tema de la educación. Muchos no entendemos desde la sociedad occidental la verdadera dimensión del coronavirus, y en la cosmogonía indígena tampoco es claro. Nos falta hacer comunicación diferencial para que todos entiendan realmente de qué se trata esta pandemia mundial, y que no nos falle la contención. Aquí nos enfrentamos a un dilema porque en regiones como la Amazonia o el Pacífico, la transmisión de la información es equivalente a la transmisión del virus. Algunos resguardos se movieron para poderse aislar sin incomunicarse y compraron radioteléfonos, pero hay pocos puntos de acceso para poder hablar. Lo otro es que hay muchas lenguas indígenas y gente que no habla el idioma predominante, para esas personas también debe haber una traducción de lo que está pasando. (En contexto: Hospitales públicos, el gran reto de enfrentar el coronavirus)

¿El sistema de salud en la Amazonia está preparado para atender los casos de pacientes con coronavirus?

Hay ejercicios y una cantidad de técnicos que han trabajado controlado epidemias anteriores y la gran conclusión es que la Ley 100 no funciona, lo que hizo fue desbarajustar la poca capacidad de respuesta que tenían estos territorios. Pasa lo siguiente: las EPS funcionan sobre un criterio de gestión del riesgo entre enfermos y sanos. Para que esa EPS funcione tiene que haber suficiente cantidad de población pero cuando llegas a Vaupés, en donde hay menos de 30.000 personas dispersas en un territorio muy vasto, no hay posibilidad de que haya un balance económico positivo, y lo que hacen es evitar cumplir con sus funciones.

Bueno, y si la salud occidental les está fallando, ¿los sistemas de salud indígena están preparados para contener el brote de Covid-19?

Desde 2014 todas las organizaciones indígenas tienen sus sistemas de salud indígenas, los SISPI, que nace como una búsqueda de los puebl?os indígenas a regular su propio sistema de salud, y con el decreto 1953 se regula la salud indígena con su propia cultura como base. No quedan por fuera de la Ley 100, pero como tiene resguardos pues funcionan los sistemas de salud de cada territorio. Pensarse atenciones distintas según cada cultura es un reto que tiene este país. La respuesta es básicamente el SISPI. Muchos aspectos de la higiene están en sus leyes de origen, y exigen comportamientos de limpieza, esas prácticas ya las asume la gente y pueden ser de protección ande esta pandemia.

¿Qué otras estrategias conoce que se estén implementado en los resguardos indígenas de la Amazonia para evitar la entrada del nuevo coronavirus?

Lo segundo es el blindaje territorial. Cada pueblo tiene sus grandes sabedores, que son los abuelos. En la Amazonia, los abuelos son los que manejan el mundo y hacen un blindaje territorial, que no es solo el cerco que tienes que hacer en un resguardo sino el blindaje espiritual ante estas cosas. Las personas deben consultarlo para pedirles salida de sus territorios, hay que también trabajar de la mano con ellos para asegurar la contención del brote de la epidemia. Mejor dicho, hablar con ellos para que le digan a la gente que no, no puede salir.

¿Y en cuanto a medicina indígena?

Lo otro es la higiene y la desinfección usando métodos tradicionales, plantas que funcionan como jabón. Puede ser una oportunidad para recuperar esas plantas de higiene que tienen propiedades desinfectantes y que están presentes en muchas zonas de la Amazonia. La desinfección se hace con sahumerios, con el humo de desinfectan las malocas, las casas, y poco a poco se están implementado estas medidas. También en las organizaciones hay auxiliares de enfermería y promotores de salud que apoyan el control epidemiológico, y que serán quienes lleven los registros en esta coyuntura.

Y en caso de que entre masivamente, ¿qué hacer? ¿Ya hay algún plan específico para la población amazónica?

No, es que ya entró. Es difícil el cerramiento de estos departamentos. Yo creería que Caquetá y Putumayo, que son los departamentos con mayor población en Amazonia ya tienen casos, pero pueden ser asintomáticos. Por otro lado, la gente amazónica está dispersa pero no están incomunicados. La gente se mueve en la Amazonia como un verraco. Para la ceremonia murui del yadiko, por ejemplo, hay gente que va desde Puerto Asís, desde Puerto Leguízamo hasta el medio río Caquetá. Viajan desde La Chorrera en Amazonas, desde el Igará-Paraná, desde Puerto Arica, desde Araracuara. Ahí puede haber un foco de infección. Ahora se están haciendo las ceremonias tradicionales, pero cerradas. No tengo conocimiento de alguna ceremonia grande de Yuruparí, o de Maguaré que se esté organizando.

Foto: Juan Gabriel Soler/ACT.

*Infoamazonia es una alianza periodística entre Amazon Conservation Team, Dejusticia y El Espectador.

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