Desde Roma, se publicó el documento final del Sínodo de la Amazonia, citado por el Papa Francisco. Se plantea el ecocidio como pecado, se insta a una transición energética radical y se recomienda (pero no se aprueba) la ordenación de hombres casados en zonas remotas de la región para “animar la Iglesia”, entre otras.

 

La Amazonia es un territorio con mas de 33 millones de habitantes, de los cuales entre 2 y 2,5 millones son indígenas. Este espacio, conformado por la cuenca del río Amazonas y todos sus tributarios, se extiende por 9 países: Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Brasil, Guyana, Surinam y Guayana Francesa.

La región amazónica es esencial para la distribución de las lluvias en las regiones de América del Sur y es la segunda área más vulnerable del mundo con relación al cambio climático. Es por esto que el Papa Francisco la ha elegido como símbolo desde que en 2015 publicó su Encíclica Laudato Sí, en donde plantea el cuidado de la naturaleza como un imperativo ético.

En el Sínodo, que se celebra en Roma desde el seis de octubre, y que termina mañana, estuvieron presentes por primera vez en El Vaticano miembros de comunidades indígenas, obispos amazónicos y miembros de iglesias de otras confesiones como los evangélicos y adventistas (que entre otras, son mayoría en la Amazonia por primera vez desde la colonización, según de una encuesta realizada por la Red Eclesial Panamazónica –Repam– a 87,000 personas en los nueve paises amazónicos). Todos fueron convocados por Francisco para discutir el futuro de la iglesia católica en la Amazonia y el papel de El Vaticano en la lucha contra el cambio climático.

Aunque el espacio fue criticado por ultracondservadores católicos que temen que la iglesia catolica “caiga en paganismos”, y otros obispos que argullen que un Sínodo sobre la Amazonia no es el espacio para decidir sobre la Iglesia, las conclusiones fueron publicadas hoy en la sala de prensa de la Santa Sede, frente a un auditorio lleno de periodistas de todo el mundo, la gran mayoría, corresponsales de medios católicos. El documento fue escrito en español, no en italiano, un guiño para los latinoamericanos, y tiene implicaciones para el mundo católico, para el catolicismo en la Amazonia, para las mujeres dentro de los ministerios de la iglesia, y para los hombres casados en zonas remotas de la Amazonia.

Los indígenas son dueños de la Amazonia. Nadie más

Según el documento, la Iglesia Católica reconoce «oficialmente» que son las culturas indígenas de la Amazonia las que han protegido los bosques y el agua de la región durante miles de años, gracias precisamente su relación con la naturalesa. «Esto se refleja en la creencia y los ritos sobre el actuar de los espíritus de la divinidad, llamados de innumerables maneras, con y en el territorio, con y en relación con la naturaleza. Reconozcamos que desde hace miles de años han cuidado su tierra, sus aguas y sus bosques, y han logrado preservarlos hasta hoy para que la humanidad pueda beneficiarse del goce de los dones gratuitos de la creación de Dios”.

Una de las preguntas al comenzar el evento era qué clase de evangelización realizarían los representantes de la iglesia católica en la región. Reconocen que la Amazonia es pluriétnica y multicultural y que los católicos deberán adaptarse, no imponerse, a esa realidad. “En la Amazonía, el diálogo interreligioso se lleva a cabo especialmente con las religiones indígenas y los cultos afrodescendientes. Estas tradiciones merecen ser conocidas, entendidas en sus propias expresiones y en su relación con el bosque y la madre tierra”. Esto significa que la intención continua siendo evangelizar en la Amazonia, llevar “la palabra de dios”, pero en lenguas y dinámicas propias de la Amazonia. Así que el documento invita a que sean los mismos pobladores de la región quienes “animen la iglesia”.

“Uno de los temas fuertes en que nos hemos detenido es el de la enculturación. Queremos que los pueblos indígenas asuman el protagonismo de su propia historia de evangelización, que tomen el reto de ser iglesia para ser actores transformadores de nuestra sociedad y de la Amazonia”, dijo Monseñor David Martinez de Aguirre, Vicario apostólico de Puerto Maldonado y secretario general del Sínodo.

Más misioneros para la Amazonia

El documento no es claro en decir cuántos, pero sí dice que las giras de misioneros que salen de sus sedes y visitan comunidad por comunidad “celebrando sacramentos” es un tipo de metodo pastoral muy común en el catolicismo, y que la iglesia debe seguir impulsándolo. Para eso, proponen una “red itinerante, con miras a pasar de visitas pastorales a una presencia más permanente. Las congregaciones y/o provincias de religiosos/as del mundo, que aún no están involucrados en misiones, son invitados a establecer al menos un frente misionero en cualquiera de los países amazónicos”.

Los católicos se declaran aliados de los indígenas

La iglesia católica se comprometió a ser aliada de los pueblos amazónicos para denunciar los atentados contra la vida de las comunidades indígenas, el ecocidio, el etnocidio, la criminalizacion de movimientos sociales y la invasion de industrias extractivas como la minería, la ganadería o los monocultivos. Tal vez lo más relevante es que se compromete a denunciar “la falta de demarcación de los territorios indígenas”.

Entre líneas se lee que apoyan la iniciativa Demarcación ya!, de los indígenas amazónicos de Brasil, que ha organizado multitudinarias marchas y campamentos en Brasilia, y que rechazó la propuesta gubernamental de enmienda a la Constitución, por la que se transfiere la responsabilidad de las demarcaciones del ministerio de justicia al Congreso, donde existe una fuerte influencia del bloque ruralista opuesto a la demarcacion de territorios indigenas. Tambien llama a la protección y respeto de los cerca de 130 pueblos indígenas en aislamiento voluntario que viven en la Amazonia, en su mayoría entre Brasil y Colombia, e insta a los estados a asumir la defensa de sus derechos y la protección de sus territorios sin contactarlos.

Teología india y paganismo en Latinoamérica

“Rechazamos la evangelización al estilo colonialista”, dice el documento, que reconoce que la espiritualidad indígena –o india, como la escriben– también es una teología y que las costumbres indígenas o las expresiones religiosas populares no son paganas, y los representantes de la iglesia deben acompañarlas. Mejor dicho, los indígenas no son paganos. Hablan de “promover un diálogo intercultural en un mundo global” y para eso proponen crear centros de investigación y pastorales que, junto con indígenas, recopilen, estudien y sistematicen las tradiciones de los grupos étnicos amazónicos “para favorecer el trabajo educativo” en Latinoamérica que se llamaría “Observatorio Social Pastoral Amazónico”.

También proponen una red de comunciación indígena Panamazónica para difundir “el buen vivir” y el cuidado de la naturaleza, la creación de una red escolar de educación bilingue para la Amazonia (algo parecido a la iniciativa Fe y Alegría), y la creación de una Universidad Católica Amazónica.

En cuanto a los conocimientos indígenas, señala que la sabiduría de los pueblos amazónicos sobre biodiversidad es amplia y en constante cambio, y que el “robo” de esos conocimientos es biopiratería y una forma de violencia contra esas comunidades.

Una transición energética radical

El documento dice que la “casa común” esta siendo saqueada y en el capítulo que habla sobre las amenazas a la Amazonia, reina el extractivismo predatorio como el mal mayor. “La Iglesia anima a la comunidad internacional a disponer de nuevos recursos económicos para la promoción y desarrollo justo de la región”, dice.

También citan el informe de la CIDH presentado en septiembre por la REPAM sobre vulneración de derechos humanos a pueblos indígenas de la Amazonia, y anuncian que están del lado de los indígenas, no de las compañías mineras o de la impunidad en materia de violación a derechos indígenas, y que asumirán una campaña de desinversión de compañías extractivas relacionadas al daño socio ambiental en la Amazonía en las que El Vaticano invierte. Según Patricia Gualinga, indígena amazónica y auditora del Sínodo, ya serían 130 (de unas 700) las desinversiones de la Santa Sede. También llama a una transición energética radical. “A todos nos corresponde ser guardianes de la obra de Dios”, dicen.

El doceavo pecado

Propusieron definir “el pecado ecológico como una acción u omisión contra Dios, el prójimo, la comunidad, el ambiente”. ES decir que el ecocidio ahora es considerado un pecado (no queda claro si un pecado capital, como la lujuria, o un pecado mortal, como el asesinato). También propusieron crear un fondo mundial para cubrir los presupuestos de las comunidades amazónicas que luchen por la sostenibilidad, pero no son específicos en decir si el dinero saldría de las arcas del Vaticano, o si pondrían dinero en este fondo para ese fin.

Cambios para la iglesia

El documento dice que un Obispo en la Amazonia podrá confiar en un laico que no sea sacerdote para que haga las funciones de sacerdote en su comunidad, en vista de la falta de sacerdotes en las comunidades creyentes del Bioma. No importa si es casado o no, el celibato se mantiene firme, según el documento, para poder “predicar la Palabra”. Aunque también se discutía la ordenación de mujeres diáconas (es decir, como aprendices de sacerdotes) la propuesta no fue bien acogida, y no pasó la votación.

También se menciona el trabajo permanente para detener el tráfico de personas, del desplazamiento forzado, la migración masiva por cuenta de los efectos del cambio climático. Para esto, las parroquias se ofrecen como lugar de acogida para desplazados en las ciudades, y la fundación de ministerios ecológicos “para el cuidado de la casa común”.

“Hacemos un poco más pero no se da un verdadero cambio, y con la Amazonia ardiendo mcha gente se da cuenta cada vez más que las cosas deben cambiar, pero no podemos seguir respondiendo siempre igual a problemas tan urgentes como el cambio climático. Esperamos conseguir mejores resultados que los conseguidos hasta ahora.”, dice Michael Czerny, secretario especial del Sínodo.

“Cinco siglos después de que los misioneros llegaron de Europa con los colonizadores portugueses y españoles Y en un movimiento sin precedentes, invitó a los pueblos indígenas a participar en este debate de tres semanas. Entonces, el Sínodo del Amazonas nos da razones para esperar. Pero en los bosques de la Amazonía, nuestros pueblos permanecen en guerra”, expresó en un comunicado la Coordinadora de Organizaciones Indígenas para la Cuenca Amazónica (COICA).

Documento final Sínodo Amazonia by Helena Calle on Scribd

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