Hablamos con Julio Betancur, curador del Herbario Nacional Colombiano y protagonista del documental “Homo botanicus”. El largometraje será estrenado el miércoles 19 de junio a las 8:00pm en la Cinemateca Distrital.

Por María Mónica Monsalve – @mariamonic91

Julio Betancur se considera una persona afortunada. Sobre todo, un botánico con suerte. Por más de 30 años ha trabajado en el Herbario Nacional Colombiano, el “museo de plantas” más grande de Latinoamérica, del cual hoy es curador. Desde pequeño recuerda sentirse atraído por ellas. “Creo que fue de tanto ver a mi mamá en el jardín. Vivíamos en Medellín, Antioquia, y ella cultivaba azaleas, unas matas finas y caras. Me acuerdo que se levantaba a las 5 de la mañana y si veía alguna achicopalada cogía un papel periódico y la golpeaba pasito”, comenta. “Yo le preguntaba que qué estaba haciendo y me decía, ´Estoy regañando a esta porquería porque no me quiere florecer´.

Su público, usualmente, son los estudiantes. Ya sea en las salidas de campo o en las aulas de la Universidad Nacional, este biólogo, enamorado de las plantas, se ha acostumbrado a compartir con sus estudiantes todo lo que sabe. Pero, por primera vez su rol, tanto de botánico como de docente, quedó documentado para muchos más. Julio es el protagonista de “Homo Botanicus”, un documental del colombiano Guillermo Quintero que será estrenado este miércoles 19 de junio en la nueva Cinemateca Distrital.

El Espectador habló con él sobre lo que se podrá ver en la pantalla. Un relato que, en sus palabras, cuenta cómo un maestro le sigue enseñando a su monitor, en este caso el también biólogo Cristian Castro, sobre la profunda dedicación y pasión que significa hacer botánica en Colombia.

¿Cómo se convirtió en el botánico elegido para ser “Homo Botanicus”?

El director del documental, Guillermo Quintero, fue estudiante mío en el primer semestre del año 2001, cuando dictaba un curso de Introducción a la Sistemática Vegetal de Biología en la Universidad Nacional. Pero Guillermo, como sucede con todos los avatares de cada quien, se dedicó a otras cosas. A filosofía de la ciencia y no ejerció como biólogo. Se fue a París (Francia) a estudiar y, tiempo después, tuvo una remembranza de lo que había vivido en mi curso. Notó que en Francia, así como en Europa, el estudio de las ciencias naturales había caído y decidió que quería ilustrar eso.  En el 2014 me llamó y me contó su idea. Yo le dije que no había ningún problema, siempre y cuando aceptara mis condiciones, que eran que yo estaba en clase. Que yo no iba a ser nada especial para él distinto a lo que hago en campo.

¿Entonces lo empezó a acompañar a todas sus clases?

Algo así. Empezó a viajar con nosotros, con dos camarógrafos y un sonidista. Empezaron a filmar de una forma diferente como terminó el documental. Él al principio me grabó en una salida de campo a San José del Guaviare, y grababa todo lo que pasaba con los 50 estudiantes y los otros profesores. Pero yo tenía un monitor, que era Cristian Castro, con el que había una relación más cercana, y esto le llamó la atención. ¿Por qué? Porque el monitor es una persona o estudiante que ayuda a traer plantas para que las vean los muchachos. O, por ejemplo, en las noches se queda prensando conmigo el material para hacer muestras científicas. Y entonces a Guillermo le interesó filmar eso. Ya en la segunda salida cambió la idea a lo que hoy es el documental: la guía de un profesor a su estudiante a lo largo de las ciencias naturales. 

¿Qué lugares recorren en el documental?

El Parque Nacional Natural Chingaza, la Serranía de la Lindosa y los alrededores en San José del Guaviare. También El Tablazo, por la salida de Bogotá y Santa María, Boyacá, por el piedemonte de la cordillera oriental. Y las aulas de clase en la Universidad Nacional. Las imágenes del herbario son del Instituto de Ciencias Naturales que es donde yo trabajo.

¿Qué vamos a poder ver sobre el proceso científico?

Todo. Desde el momento de recolectar la muestra, prensarla en el campo, hasta embalarla para traerla a Bogotá. Una vez en Bogotá hay imágenes en donde se muestra cómo se meten al horno a secarse las plantas. Después cómo se estudian en el laboratorio, y en el herbario. Y luego cómo se montan en cartulinas para ser incluidas en el herbario.

¿Encontraron algo nuevo para la ciencia? ¿Alguna especie nueva o algo inesperado?

Sí, aunque lastimosamente en el documental no se narra tanto. Hay escenas que uno dice, “por qué no salió”. Por ejemplo, en una de las salidas al San José del Guaviare encontramos una zamia, que es como un dinosaurio vegetal. De las plantas más antiguas que hay en esta parte de América. Es como un familiar muy antiguo de los pinos y es una especie nueva para la ciencia. Recientemente la describieron como zamia lindosensis, en honor a la Serranía de la Lindosa. Y cuando nosotros la encontramos estábamos en un lugar espectacular que tenía muchas pictografías como en Chibiriquete.  Pero mientras Guillermo y los camarógrafos estaban mirando las pictografías, Cristian y yo encontramos la zamia. ¡Y qué emoción! Eso estábamos maravillados…pero el momento había pasado y no quedó grabado.

¿Se cuestiona el documental sobre la conservación?

No mucho. Se centra más en la vida cotidiana, del trasegar en el campo. Pero esa pregunta surge más en las discusiones o charlas que hemos tenido después que la gente lo vea, como sucedió en la pre – premier en el Ficci en Cartagena. El público hace preguntas. Y ese tema es recurrente. Siempre van a eso. ¿Qué pasa con nuestros bosques? ¿Con la enseñanza? ¿Para dónde vamos? ¿Vamos a conservar o no?

¿Es la primera vez que lo eligen para este tipo de trabajos?

De esta forma, sí. Aunque he participado en varias expediciones Colombia Bio. Y fui uno de los investigadores que participó en la declaratoria de Chiribiquete como Patrimonio de la Humanidad. En esa oportunidad había gente filmándome, haciendo cosas, pero nunca así, en primer plano.

¿Qué significó que lo convirtieran en un referente de lo que es hacer ciencia en Colombia?

No sé. Ahora en la premier será la prueba de fuego porque nos vamos a reunir a verlo, toda la comunidad académica, seguramente.

¿Dónde será la premier?

En la nueva Cinemateca Distrital. El miércoles 19 a las 8:00 pm

¿Qué es lo más difícil y lo más gratificante de ser botánico?

Yo de malo no le veo nada. Todo lo veo ventajoso. No es una labor fácil en el sentido de que es agotadora, o que hay que madrugar mucho o acostarse muy tarde durante largos periodos de tiempo. Pero siempre, al menos en mí, existen unas ganas de documentar la biodiversidad. Cada encuentro, cada día, para mí es espectacular. Yo soy un apasionado de buscar las plantas, de mirarlas y estudiarlas. Cada una de ellas que encuentro y que va luego a convertirse en una pieza de museo que se convertirá en una representación de lo que tenía Colombia en algún sitio en particular…es apasionante. He ido a lugares donde he documentado que no existe absolutamente nada, que el bosque ya se perdió, entonces ver que hay un registro de lo que fue es muy gratificante. Uno siempre piensa eso: que cuando pasa el tiempo es la historia la que va a decir qué es lo que dejaste ahí. Y no porque lo dejé yo, como Julio Batancur, sino porque fui a un sitio muy importante para el país, con mucha o poca biodiversidad, y eso estará documentado.

¿Cree que el documental puede enamorar a nuevas generaciones para estudien ciencia o botánica?

Yo creo que sí. Creo que el mensaje del documental, y por lo que he vivido las veces que se ha presentado en festivales de Cartagena o Medellín, es que esa es la sensación que le queda a la gente. Estoy hablando de jóvenes, de adultos y de personas que están por fuera de la ciencia, y quedan muy llamadas. Como que les toca la fibra intima.

Foto: A la izquierda está Cristian Castro, biólogo monitor, y a la derecha Julio Betancur. Ambos protagonizan «Homo Botanicus», el documental que se estrena el próximo 19 de junio en la Cinemateca de Bogotá./ Cortesía

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