El 70% de los barcos pesqueros ilegales conocidos están registrados en paraísos fiscales, y que el 68% del capital extranjero que entra a las empresas asociadas con deforestación en la Amazonía viene de paraísos fiscales.

 

Por Helena Calle

El escándalo de los Pánama Papers expuso cómo multinacionales, políticos y ricos usan los paraísos fiscales para ocultar su riqueza y así reducir su exposición a impuestos. Esta evasión se calcula en $200 mil millones de dólares al año en el mundo.

Aunque el escándalo fue mayor cuando se revelaron los secretos financieros, es tan solo la punta del iceberg. Hasta el momento, se había ignorado su papel en el apoyo de actividades económicas con consecuencias ambientales. En algunas investigaciones periodísticas se tocó brevemente el tema de la evasión de impuestos a través de Islas Vírgenes (Reino Unido) vinculadas a la deforestación y la producción de palma en Indonesia, o a las empresas mineras de diamantes en Africa Occidental, pero no ha habido un análisis sistémico hasta el momento.

Esta semana, un equipo de investigadores del Centro de Resiliencia de Estocolmo (de la Universidad de Estocolmo) y el centro de estudios de Dinámica Económica Global y  Biosfera (GEDB), de la Real Academia Sueca de Ciencias, publicó en la revista Nature el primer estudio que revela cómo los paraísos fiscales están vinculados a ciertos sectores económicos con serios impactos ambientales globales para dos áreas: los océanos y la selva amazónica. Los primeros juegan un papel vital como fuente de proteínas e ingresos para millones en todo el mundo, y la Amazonía es fundamental para estabilizar el sistema climático de la Tierra. Cerca de 200 billones de toneladas de agua dependen del ciclo climático entre los suelos, los árboles y las lluvias.

«Nuestro análisis muestra que el uso de paraísos fiscales no es solo un desafío sociopolítico y económico, sino también ambiental. Si bien el uso de jurisdicciones de paraíso fiscal no es ilegal en sí mismo, el secreto financiero dificulta la capacidad de analizar cómo fluyen los flujos financieros. afectar las actividades económicas sobre el terreno y sus impactos ambientales «, dice Victor Galaz, autor principal del nuevo estudio.

De las Islas Caimán a la Amazonía

Además de ser conocido como un ecosistema icónico para la regulación del clima global, por su belleza exuberante y por sus valores culturales únicos, la Amazonía ha estado en el ojo público por la deforestación que avanza en la mayoría de los países de su cuenca.

Como las actividades extractivas de las empresas dependen del acceso a diversas formas de capital externo (como préstamos y capital social) para iniciar o expandir sus operaciones, se ha prestado mayor atención los flujos financieros y los incentivos fiscales que sustentan los cambios ambientales en la Amazonía, pero no se ha puesto el ojo en dónde se esconde la plata de las grandes empresas con jugosos negocios en la región.

Los investigadores usaron un caso histórico, basados en cifras oficiales del Banco Central de Brasil, entre octubre de 2000 y agosto de 2011, los únicos datos públicos disponibles que dan cuenta del capital extranjero (fuera de Brasil) que entra a las arcas de las nueve compañías más grandes de soya y carne de la Amazonía brasileña.

Es importante aclarar que la ganadería es el motor más importante de la deforestación en Brasil. El año pasado, Greenpeace reveló un informe en el que se registró un aumento de 29% en la deforestación con respecto a 2016. Un equivalente a 800.000 hectáreas arrasadas, un record desde 2008.

Los investigadores encontraron que ese periodo de tiempo es también el más intenso para la deforestación en la Amazonía de ese país (1995-2004). En 2006, se firmó la “Moratoria de Soja”, un compromiso de los productores de soya y el gobierno de Brasil para no comprar soya que haya tomado parte en la expansión agrícola en la selva amazónica.

El acuerdo se ratificó en 2016, y en su momento, las empresas que firmaron el compromiso fueron seleccionadas solo por su participación de mercado, pero no se hizo una evaluación ambiental.  (Lea también: En Brasil, la selva amazónica sigue cediendo a la ganadería)

Los tipos de transacciones financieras cuyo valor y moneda deben declararse al Banco Central de Brasil incluyen: préstamos de una entidad extranjera; transacciones de arrendamiento o alquiler; y dos tipos de transacciones relacionadas con la financiación del comercio: efectivo por adelantado (pago anticipado) y reportes financieros de importaciones.

Los investigadores sumaron estas transacciones para saber cuánta plata entraba desde paraísos fiscales para financiar operaciones ganaderas en la Amazonía: “US$ 26.9 mil millones de capital extranjero fue transferido a las nueve compañías clave seleccionadas entre octubre de 2000 y agosto de 2011. De este monto, aproximadamente US$18.4 mil millones fueron transferidos desde paraísos fiscales”.

En otras palabras, el 68% de todo el capital extranjero de estas nueve empresas se transfirió a través de uno, o varios, paraísos fiscales conocidos.

Por ejemplo, una empresa recibió 6.9 mil millones de dólares de sus propias subsidiarias en las Islas Caimán (que luego reportó en proyectos de soya en la Amazonía de Brasil), lo que representa casi el 90% de su capital extranjero entre octubre de 2000 y agosto de 2011.

Otra compañía recibió prácticamente el 100% de sus préstamos externos (aproximadamente US $ 1.7 billones) de sus propias subsidiarias ubicadas en las Islas Caimán. “La canalización de capital a través de las Islas Caimán ofrece tres beneficios a los inversores: eficacia legal, minimización de impuestos (en su mayoría, impuestos cero y tarifas bajas) y discreción”.

A pesar de la creciente presión internacional para cumplir con las normas internacionales de información, el registrador en las Islas Caimán solo puede divulgar el nombre, el tipo de empresa, la fecha de registro, la dirección de su domicilio social y el estado de la empresa.

Las empresas seleccionadas operan 2.200 filiales en todo el mundo, de las cuales 143 (7%) se encuentran en paraísos fiscales, más comúnmente en las Islas Caimán, Luxemburgo y Suiza.

Capital extranjero y deforestación. Fuente: Centro de Resiliencia de Estocolmo

“Los estudios sugieren un fuerte vínculo causal entre acceso a las tasas de deforestación y crédito rural en Brasil, pero ese enlace se ha hecho solo a los municipios y no a las empresas operando en la Amazonía”, explica Galaz. Por otro lado, a pesar de que las empresas se arriesgan a perder reputación, también aumentan el efectivo y las ganancias, lo que envía un mensaje a otros inversionistas a buscar negocios en la región.

Paraísos fiscales y océanos

De acuerdo con los investigadores, más del 30% de las grandes pesquerías comerciales están sobreexplotadas. También estimaron que entre 11 y 26 millones de toneladas de pescado que se capturan no son declaradas, es decir, que se clasifica como pesca ilegal.

La pesca ilegal, no declarada y no reglamentada es identificada por la Asamblea General de las Naciones Unidas como «una de las mayores amenazas para las poblaciones de peces y los ecosistemas marinos». Si bien la pesca pesca ilegal influye directamente en los ecosistemas marinos, estas actividades también se asocian a otros crímenes conocidos como “delitos de pesca”. Se incluye el soborno, el fraude, el tráfico, el lavado de dinero y la evasión fiscal.

Según el estudio, que hace parte de la investigación «Earth System Finance: New perspectives on financial markets and sustainability«, del Centro de Resiliencia de Estocolmo y Future Earth, algunos registros de buques son administrados por entidades privadas, reduciendo aún más la transparencia y la capacidad de los gobiernos para ejercer presión (porque sus datos no son públicos).

Estas compañías subsidiarias permiten a las empresas tener una especie de doble cara con el manejo de sus barcos pesqueros: mientras presentan a los gobiernos uno registrado legalmente, usado para fines legales, otro barco se usa para actividades de pesca ilegal, y las ganancias de este segundo son depositadas solo en paraísos fiscales. Los paraísos fiscales también facilitan la evasión de la regulación diseñada para taclear la sobrepesca y el delito pesquero.

En el Océano Antártico, por ejemplo, el colapso de la población de peces, la reducción de la población de aves amenazadas también son responsabilidad de los evasores fiscales. “Solo el 4% de todos los buques pesqueros registrados se encuentran actualmente en un paraíso fiscal, pero las organizaciones regionales de ordenación pesquera y la Organización Internacional de Policía Criminal (INTERPOL) muestran que el 70% de los buques que se han denunciado como pesqueros ilegales están en paraísos fiscales, sobre todo en Belice y Panamá”, escriben los investigadores.

“Esto es una gran amenaza para la sostenibilidad de los recursos oceánicos mundiales que debe ser reconocida y tomada en serio”.

El nuevo estudio sugiere tres puntos para concentrar los esfuerzos contra la pesca ilegal y la deforestación relacionadas con grandes empresas que evaden impuestos: La pérdida de ingresos fiscales causados ​​por paraísos fiscales debe considerarse como subsidios indirectos a actividades económicas con impactos negativos en bienes comunes globales; Los principales foros y organizaciones internacionales, como las Conferencias de Cambio Climático, deberían evaluar los costos ambientales de estos subsidios; La comunidad internacional debería considerar la evasión fiscal y la planificación fiscal agresiva no solo como un problema sociopolítico, sino también ambiental.

No hay comentarios aún. Deje un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.