Las más de 20 centrales hidroeléctricas proyectadas para funcionar en el río amazónico podrían desplazar a más de 40 mil personas de las áreas ribereñas
El Perú tiene proyectado la construcción de más de 20 centrales hidroeléctricas en el río Marañón que recorre toda la Amazonía. Sin embargo, la puesta en marcha de estos proyectos impactaría el entorno natural y excedería la demanda energética del país, señalan los científicos y activistas que se reunieron en un evento organizado por la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA).
Jesús Castro, representante de la ONG Ecodess, señaló que mediante el Decreto Supremo 020-2010, el Gobierno central aprobó 20 proyectos de centrales hidroeléctricas y cuatro más en especial que impactarían en el ciclo natural del río Marañón. Entre algunos de los proyectos aprobados están las centrales hidroeléctricas Veracruz, Chadín II, Río Grande I y II; los cuales desplazarían de forma forzosa a más de 40 mil pobladores, entre indígenas y agricultores.
“No hay estudios de reasentamiento ni consulta en el desarrollo de estos proyectos. Todas las poblaciones ribereñas desaparecerían porque los estudios de impacto ambiental no los involucran”, señala Castro. Además, sugiere que lo que debería hacerse es “si te tumbo tu casa, te la debo devolver y pagar una indemnización porque la mayoría de la población desplazada es agrícola y el tiempo que pasarán fuera, sin sus chacras, les cuesta”.
Para la mayoría de estos proyectos se tiene previsto la construcción de un muro de hasta 160 metros de altura, lo cual afectaría directamente el ciclo hidrobiológico. El ritmo de irrigación del agua al resto de la Amazonía no dependería de la naturaleza, sino de lo dispuesto por el hombre, afirma Julio Mejía, titular de Earth Rights International.
Entre los efectos que produciría la construcción deliberada de represas en un ecosistema tan complejo como la Amazonía, dice Mejía, es el hecho de que en un lado se acumule mucha agua y en el otro se restrinja la circulación, ocasionando una baja presencia de oxígeno y propiciando que las bacterias transformen el mercurio inorgánico en mercurio orgánico, lo que es altamente tóxico y tiende a acumularse en los organismos de los animales, en este caso, los peces. “El error está en ver al río Marañón como un canal. Es un ecosistema”, dice Mejía.
Uno de los proyectos en que se centró el experto fue en Chadín II, que tiene 161 observaciones realizadas por el Ministerio de Energía y Minas, pero que pese a ello, ha sido aprobado. “El mismo Estado ha visto los errores, pero aún así sigue vigente”, apunta Mejía. Además del impacto en la biodiversidad amazónica, el titular de Earth Rights International dijo que la proliferación de represas sin ningún tipo de regulación en el Perú vulneraría su compromiso internacional de reducir la emisión de gases de efecto invernadero, ya que al romper el ciclo del río Marañón se produce un compuesto orgánico más letal que el carbono, el metano.
La solución son las energías alternativas
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