Especialistas de América presentaron resultados sobre la pesca, la gestión de cuencas, la contaminación ambiental, el almacenamiento de carbono y la biodiversidad en la Amazonía.
Expertos de los países integrantes de la cuenca amazónica y otras naciones interesadas, como Estados Unidos y el Reino Unido, se reunieron durante el 15 y 16 de junio en la capital del Perú para exponer sus resultados en temas de biodiversidad y conservación sobre la Amazonía. La conferencia internacional se realizó como parte de la iniciativa Aguas Amazónicas de Wildlife Conservation Society (WCS).
Hidroeléctricas: ¿una amenaza para la Amazonía?
Elizabeth Anderson de la Universidad de Florida abordó uno de los temas que despiertan más interés y preocupación: la gestión de cuencas y la amenaza que representa para la Amazonía la construcción de represas en América Latina. “El desarrollo eléctrico es necesario, pero debe ser responsable con la biodiversidad”, sostuvo la ecologista, quien agregó que Perú es el país de la cuenca amazónica que posee más represas y más proyectos futuros (125), con respecto a Colombia, Ecuador y Bolivia.
La especialista de la Universidad de Florida señaló que el boom de la represas empezó en el 2010, cuando comenzaron a aparecer propuestas para la construcción de megaproyectos en los ríos Marañón y Ucayali en Perú, en el río Madeira en Brasil y en el Putumayo por el lado de Colombia. “La mayoría de represas se localiza en la zona alto andina y amazónica”, dijo Anderson. Además resaltó que los daños que pueden generar estos proyectos energéticos no solo son ambientales, se olvida el impacto que pueden generar en los pueblos indígenas que dependen de los ecosistemas acuáticos y que, como parte de su cosmovisión, entienden a los ríos como un cuerpo vivo.
El ecólogo Bruce Forsberg del Instituto Nacional de Pesquisas da Amazonia de Brasil, quien también trató la problemática alrededor de la construcción de represas hidroeléctricas, afirmó que estos proyectos a largo plazo pueden contaminar con mercurio las aguas de la Amazonía e incrementar la emisión de gases de efecto invernadero. “Sabemos que cuando se crea la presa hay una inundación de tierra firme, estas áreas contienen una gran cantidad de material orgánico que al descomponerse libera gases de efecto invernadero, carbónicos y metánicos son soltados a la atmósfera”, explicó Forsberg.
El experto además agregó que otro de los grandes problemas que habría que enfrentar es la drástica reducción de los sedimentos en los ecosistemas acuáticos, es decir, de los nutrientes, del fósforo, que suelen viajar con la corriente y que disminuirían considerablemente con el embalse, generando una reducción en la parte baja de la cuenca y alterando la estabilidad de los hábitats.
Finalmente, al terminar su presentación, Bruce Forsberg propuso algunas salidas como el establecimiento de más áreas de conservación y el uso de energías más saludables como el gas natural y las termoeléctricas. Estas tecnologías, explicó Forsberg, no afectan el curso natural de los ríos, emiten la mitad de gases de efecto invernadero que genera una hidroeléctrica y no producen un impacto tan alto en la naturaleza.
La falta de un manejo pesquero en la Amazonía
“La producción de pesca total amazónica es ignorada”, sostuvo el biólogo Ronaldo Barthem del Museo Goeldi de Brasil, quien señaló la falta de investigación en este campo. La pesca indiscriminada en todos los países de la cuenca amazónica es una de las problemáticas que debe ser observada, tomando en cuenta el impacto que puede generar en la recuperación de la población de peces.
Por lo pronto, Barthem planteó algunas recomendaciones como la necesidad de crear más áreas de protección, para los espacios en los que se ha identificado una mayor reproducción de peces. Además agregó que debe generarse un trabajo conjunto entre los países, porque muchos peces como el bagre son especies migratorias y recorren las aguas de Bolivia, Brasil, Colombia, Perú y Venezuela.
La actividad pesquera es fundamental para las poblaciones de la Amazonía. Por eso los especialistas que asistieron a la conferencia señalaron la necesidad de establecer cuotas de extracción en la pesca, determinar las tallas mínimas y fijar las temporadas de veda para facilitar la reproducción de las especies.
Mercurio en Colombia
La presencia de mercurio en la cuenca amazónica es una realidad y las poblaciones indígenas siempre son las más afectadas. Marcela Núñez-Avellaneda y Marco Ehrlich del Instituto Sinchi de Colombia compartieron los primeros avances de un estudio sobre la contaminación por mercurio, que alcanza a 24 departamentos del país caribeño, tanto en la zona andina como en la amazónica.
“En los más jóvenes hay más contaminación”, señaló Núñez-Avellaneda, advirtiendo que en este grupo de pobladores los niveles de contaminación por mercurio superan el límite soportado por el cuerpo humano, según lo establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Si bien no se sabe cuáles son exactamente los principales agentes que generan la contaminación, se cree que responde a múltiples factores como: el narcotráfico, la ganadería extensiva, la minería ilegal y los proyectos de infraestructura, entre otros. Los expertos señalaron que además hay que considerar que la propia naturaleza almacena mercurio y que tiende a liberarlo, cuando es afectada por algunos de los agentes contaminantes antes mencionados.
No obstante, así como hay amenazas, hay numerosas oportunidades en los bosques y aguas amazónicas, entre ellas está la posibilidad de almacenar millones de toneladas de carbono en el subsuelo amazónico.
Amazonía: un gran banco de carbono
Tim Baker de la Universidad de Leeds afirma que la Amazonía posee en el subsuelo un gran almacén de carbono. Se refiere precisamente a las turberas, que son humedales que se forman por la concentración de altas cantidades de materia orgánica en estado de descomposición. “Es un ecosistema que acumula sustancias orgánicas debajo del suelo por presencia de agua subterránea”, explicó.
Según el estudio de Baker, se calcula que la Amazonía almacena mil toneladas de carbono por hectárea y que la región de la selva del Perú, por ejemplo, guarda 3.1 mil millones de toneladas de carbono, lo cual equivale a todo el carbono que emitiría el país a lo largo de 60 años. “Si queremos cumplir con los acuerdos internacionales de reducir la emisión de gases de efecto invernadero debemos mantener este carbono en el suelo”, mencionó el experto.
Su advertencia se debe a que hay actividades que amenazan de forma directa la permanencia de las turberas, refiriéndose a las industrias petroleras o a la construcción de líneas de transmisión eléctrica, que no se elaboran con un estudio de impacto ambiental adecuado. En el caso del Perú el escenario es más complicado, porque las turberas del río Pastaza y Marañón son ecosistemas con una alta concentración de carbono pero a la vez son áreas amenazadas por las actividades extractivas.
No obstante, a las actividades industriales, a la deforestación, al avance de los terrenos agrícolas y a la ganadería, hay que sumarle los efectos que está generando el cambio climático en la Amazonía.
No olvidemos el cambio climático
Mino Sorribas de la Universidade Federal do Rio Grande do Sul de Brasil señaló que “en el oeste (Perú) ha aumentado el caudal de los ríos, se han vuelto más húmedos, mientras que en el este (Brasil) los ríos se están secando”, refiriéndose a los impactos del cambio climático en la Amazonía.
Por su parte, Andrea Encalada de la Universidad San Francisco de Quito en Ecuador, agregó que este fenómeno climático está afectando a los ecosistemas acuáticos en la cuenca del río Napo y que esto se puede observar en la alteración del ciclo natural de las estaciones y de los eventos climáticos como la lluvia. Es necesario prestarle especial atención a la cuenca amazónica del Napo porque abarca el 66 % del territorio de Ecuador.
Después de dos días de debates y discusiones, los científicos y conservacionistas concluyeron que es importante que los países de la Amazonía trabajen en conjunto, que la ciencia sea más accesible para los ciudadanos y que los tomadores de decisiones empiecen a diseñar sus políticas públicas basándose en los resultados de las investigaciones científicas.
Michael Goulding de la WCS resumió en esta declaración el objetivo central que persiguen: “Lo importante de la iniciativa de Aguas Amazónicas es que estamos comenzando un manejo a escala de la Amazonía, ya no solo en pequeñas comunidades, sino a nivel de cuencas, en donde también es necesaria la infraestructura porque necesitamos el desarrollo. Estamos entrando a una nueva etapa de conservación. Ahora debemos convencer a las autoridades sobre los impactos porque ya los conocemos”.
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